FAMILIA
"El Dolor y La Humanidad"
Joaquín A. Arias E.
Presidente Pro Vida
Para la mayoría de
nosotros el dolor es un huésped desagradable. A nadie le gusta que
le hagan gaño, evitamos el sufrimiento y la incomodidad siempre que
sea posible. No es normal que una persona disfrute del dolor, los individuos
que se salen de su camino para pedir a la vida que los golpee, están
buscando una clase de placer doloroso como una compensación para
remediar alguna insatisfacción que sienten por dentro. El dolor ha
llegado a serle necesario.
Son incapaces de sentirse completos a menos que sientan heridas. Y como
gran ejemplo vemos al hipocondriaco que se rodea de fracasos y de píldoras
y vive en un estado de anticipación crónica de las enfermedades.
Estimados lectores, a pesar de los esfuerzos, no podemos escapar a nuestras
terminales nerviosas, ni podemos evitar todas las circunstancias que conllevan
angustias físicas, mentales y emocionales.
Ocasionalmente, y a pesar de todas nuestras precauciones, sufrimos.
Cuando el dolor inevitable nos acose, no contribuirá a nuestro
crecimiento a menos que aprendamos a aprovecharlo. Todos conocemos personas
que de una u otra manera se han vuelto mejores porque aprendieron a aceptar
el dolor y a utilizar su agonía de una forma positiva y constructiva.
El dolor intenso pone a prueba la entereza profunda personal con resultados
a menudo totalmente sorprendentes. Nadie sabe predecir con certeza cuánto
puede soportar, hasta que lo soporta. La mayoría de los seres humanos
poseemos una fortaleza interna que está más allá de
lo que imaginamos y a veces, sin embargo, somos vencidos por alguna tensión
que previamente habíamos calificado de insignificante. La mejor fuente
de poder para enfrentarnos al dolor y al desastre es la seguridad de que
el problema puede ser bien utilizado por nosotros. No se necesita ser excepcionalmente
valeroso y fuerte para saber utilizar para bien el sufrimiente. De hecho,
puede llegar a necesitarse más fortaleza para solamente soportar
el dolor que la que se requiere para recoger los frutos constructivos de
su presencia. Quienes han conocido el verdadero dolor también han
experimentado profundos miedos e incertidumbres.
Ni la fortaleza ni la valentía nos sacarán adelante a
la hora de las difucultades, sino más bien, cualidades como la fe,
la esperanza, positivismo y la alegría de vivir. Necesitamos pensar
positivamente acerca de los problemas.
El sufrimiento nos ayuda a acercarnos más al prójimo
y descubrir cuánto tenemos en común con quienes han conocido
situaciones difíciles. No hay vínculo más estrecho
entre los hombres que el conocimiento de los dolores y heridas comunes.
Un hombre es mejor médico para sus pacientes después de haber
experimentado él mismo la enfermedad y el dolor. Un consejero en
rehabilitación será más efectivo en el tratamiento
de los minusválidos, si ha tenido que superar alguna invalidez.
El dolor que no es usado constructivamente, puede convertirnos en personas
amargadas contra la vida. El heber conocido el sufrimiento no es suficiente
para hacernos capaces de comprender el dolor en los demás Nuestra
reacción al dolor, no el dolor mismo, es lo que determina que nuestras
mentes se vuelvan más dulces o amargas. Otras forma de aprovechar
el dolor es obteniendo un mejor inventario de nosotros mismos. El sufrimiento
nos golpea contra alguna de las realidades más duras de la vida.
Nos fuerza a preguntarnos qué cosas son verdaderamente importantes
en la vida. Al revaluar nuestro rumbo y nuestros propósitos, nos
acercamos a la honestidad personal con respecto a nosotros mismos y a los
demás. Cualquiera que se haya sentido cerca de la muerte, recordará
la clara introspección que la experiencia le trajo, algunas cosas
que parecían importantes, resultan triviales y secundarias. El sufrimiento
puede enseñarnos a canalizar nuestra fuerza por rumbos verdaderamente
importantes. La buena suerte no es tanto un producto de las circunstancias
como el resultado de nuestra forma de confrontar los hechos de la vida.
La mayoría de las cosas que llamamos desastres, pueden ser convertidas
en algo sumamente útil. Por lo menos podemos extraer de las circustancias
desastrosas algo positivo que agregue crecimiento y significado a nuestras
vidas.


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