Lunes 8 de marzo de 1999

 








 

 


FAMILIA
"Los niños y sus enseñanzas"

Joaquín A. Arias E.
Presidente Pro Vida

Los primeros años del niño son la base de su total existencia, estos edificarán su estructura y carácter. Es sumamente necesario que los niños aprendan a luchar contra todos los enemigos: el miedo, el aburrimiento, la envidia, los celos, la angustia y el egoismo, también es muy importante enseñarles que la costumbre de incubar ideas de odio, venganza y envidia convierten muy pronto un carácer amable y amigable en repelente y el temperamento dulce en agrio, por que no se puede conservar un buen estado de ánimo si se tienen ideas de malevolencia. La juventud debe marchar a la par del tiempo para que no se seque, se arruge y se marchite la alegría y satisfacción transfundidos de la niñez a la virilidad y madurez. Es muy poco lo que se puede esperar de una niñez sin alegría, pues las plantas sin flores no dan druto alguno. Para el crecimiento del niño es tan importante el juego, como para el crecimiento de la planta es indispensable el sol. Sin botones, sin flores la niñez dará muy malos frutos. La mentalidad, las inclinaciones del ánimo, el temperamento, se definen en los primeros años; las costumbres infantiles de amabilidad y tranquilidad tienen una influencia poderosa sobre la madurez del ser humano y sobre el ejercicio de su misma profesión.

Si educamos a un niño para el bienestar futuro le debemos permitir manifestar abiertamente su alegría y así se fortalecerá y no tendrá melancólicas disposiciones del ánimo; la mayoría de las morbosidades psíquicas que actualmente afligen a la humanidad, proceden de una infancia árida, rígida falta de total afecto o de gran amor materno. La tendencia del niño hacia los juegos y la diversión revela esa necesidad espiritual y física que, insatisfecha, deja un profundo vacío en su vida, por que la niñez llena de positivismo y alegría radiante es para el futuro de ese hombre lo que un suelo fértil y un esplendido sol son para un árbol.

La infancia debe irradiar luz como el sol. Este gran patrimonio de juventud está constituido por la alegría, la hermosura, el entusiasmo, el ímpetu y el instinto, El niño triste sin juegos y alegrías infantiles es una desgracia para toda nuestra civilización. Hay que permitir libremente al niño poder transmitir todo lo positivo en su temperamento. En la educación individual, la espontaneidad de las fuerzas físicas es un factor de gran importancia; los niños a quienes se estimule hacia el esparcimiento serán mucho más útiles y eficientes en su futura profesión, en el negocio que atiendan y en cualquier otra actividad de la vida; triunfarán y tendrán mucho mayor influencia en el mundo que los rodea que los otros niños que hayan sido oprimidos, entristecidos, reprimidos y frustrados. Esto no quiere decir que hay que darle rienda suelta a sus hijos para que se diviertan; sólo hablamos de quitarle el derecho a la posibilidad de esparcimiento. Ahora, las posibilidades de embellecer la existencia y al individuo mediante el cultivo de sus cualidades alegres de la infancia, no tienen límite alguno. Si aprendiéramos a enseñar a nuestros hijos la filosofía del sano gozo espiritual, habría en el mundo menos desdichados, menos enfermos y menos delincuentes.

 

 

 

 



 

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