FAMILIA
"La Máquina Humana"
Joaquín A. Arias E.
Presidente Pro Vida
Creemos que somos profesionales
de la vida y sólo somos unos simples aficionados de este arte; no
logramos aprender nunca la ciencia de saber vivir y no logramos tampoco
acumular experiencia, aún cuando de ella dependa la dicha o desdicha
de nuestra existencia, por mucho que sepamos especializarnos en una profesión,
en un oficio o en un comercio cualquiera; conocemos en verdad, muy poco
de la máquina humana que guarda el secreto de nuestros verdadero
triunfo por que atendemos menos a nuestros cuerpo que a las máquinas
de nuestras industrias. Nuestra máquina humana se debería
mantener en óptimas condiciones todo el tiempo, puesto que es un
mecanismo milagroso, como un templo que, mancillado y abusado, contaminará
tambien cualquiera manifestación espiritual. Los planes de educación
enseñan muchas materias pero casi siempre la escuela y la universidad
se quedan atrás pues el progreso y la inventiva de la mente humana
dejan obsoletos los sistemas de enseñanza. La mayoría de los
seres humanos ignoran la ciencia de la mecánica humana, este es el
arte de cuidar la máquina del cuerpo para su mejor funcionamiento
con el menor de los desgastes y para que todo lo que encuentre en su camino
se convierta en material constructivo de la obra maestra de la existencia.
La mejor locomotora sólo alcanza a convertir en energía útil
para la propulsión, un veinte por ciento del poder de los combustibles
que emplea, los dínamos no emplean o transforman en energía
eléctrica un porcentaje mucho mayor del poder que las mueve; algo
parecido según los psicólogos, acontece con la máquina
humana pues sólo rinde un escaso porcentaje del potencial de fuerza
psíquica; si se supiera manejarla sabiamente, podría rendir
un enorme caudal de felicidad y agradable bienestar. Pocos son los seres
felices y sin embargo, todo ser humano se esfuerza para llegar a la felicidad
y en realidad, necesita al canzarla, tiene derecho a ella, y podría
desgraciadamente no saber cómo. En el corazón y el pensamiento
de la gran mayoría se anidan celos, rencores, envidias y prejuicios
que se van enconando hasta intoxicar el alma. La salud es para el cuerpo
humano lo que la hora es para el reloj; la salud es la hora exacta de nuestro
organismo físico, la relación rítmica, la coordinación
de todas las partes, por que la menor imperfección, la menor discordancia,
alterna el ajuste.
Músculos fuertes, hígado sano, pecho robusto, no bastan
por sí solos para dar y mantener la salud, la cual es el resultado
necesario del perfecto funcionamiento de todos los órganos corporales.
Del mismo modo la salud moral es el producto de un ejercicio armónico
de todas las facultades espirituales; tampoco el reloj marcará la
hora exacta, si alguna de sus piezas principales tiene algún desperfecto.
La dicha, la energía, salud moral y física, dependen del funcionamiento
armonioso, sin estorbos y perfecto equilibrio de toda la máquina
humana.
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