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Julia Roberts se quita el brasier

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EFE

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Julia Roberts nominada al Oscar.

En Manhattan, el que menos duerme de los distritos de Nueva York, la nueva moda está en el bar de una viuda de 32 años, Michele Dell, donde las mujeres famosas y, sobre todo, las que aspiran a serlo, dejan su aportación en "el árbol de los sostenes".

La iniciativa de Michele Dell, cuyo marido falleció de un ataque de asma, tiene posibilidades de proliferar pues además del divertimento erótico que supone quitarse en público el sostén (que en algunos países se les llama sujetador, brasier o corpiño), sirve para recaudar fondos para una buen fin.

No faltan en esta ciudad que nunca duerme la extravagancia y la fantasía en los "sumideros" de la noche, aunque los nostálgicos mantienen que "Manhattan ya no es lo que fue" cuando se habla de las diversiones nocturnas.

La revista Time Out, que semanalmente informa de lo que ofrece la ciudad día por día, hora por hora, a sus más de ocho millones de habitantes y a una pléyade de turistas, dice que a pesar de todo unos 300 bares, clubes y restaurantes, que combinan la comida con el espectáculo, viven de la noche y del esparcimiento.

A ello se suma la celebración diaria de 600 fiestas en locales de baile donde "el protagonista" es el "disc jockey", quienes han hecho de pasar discos y cintas magnetofónicas uno de los oficios más lucrativos del entretenimiento.

Quienes hacen fila para entrar a esos locales, igual que los que tratan de acceder al colmado bar de Michelle Dell, pagan decenas de dólares para "aturdirse" -dirán los mayores- y bailar bajo la luz psicodélica moviendo uno a uno los músculos y los huesos incluidos en el cuerpo humano.

Los que logran conseguir un lugar en el Hogs & Heifers de la impetuosa Dell esperarán bebiendo un trago a que lleguen las estrellas del cine o la "tele", y especialmente las buscadoras de prestigio, para subir al mostrador de madera y bailar hasta el éxtasis.

Ese es el momento en que las más osadas se quitan la chaqueta -pues en Manhattan no deja de hacer frío por esto-, y luego la blusa, y por fin el sostén para el "árbol".

JULIA ROBERTS DEJO EL SOSTEN

Julia Roberts, por ejemplo, dejó en una de sus ramas el suyo, de la talla 34, informa el diario USA Today. "Las famosas son como cualquiera", dice la entusiasta propietaria del tumultuoso local.

Lo ideal para las aspirantes es subirse al mostrador y bailar junto a alguna estrella como Dennis Quaid, digamos, y que el fotógrafo de su agente de relaciones públicas la inmortalice.

Cada año, la fogosa viuda lleva a cabo una competencia que no puede ser más original. Por la módica suma de cinco dólares los parroquianos pueden adivinar el número de sostenes colgados del árbol del bar, y por veinte dólares conjeturar cuál es su peso.

En el año 2000 había 4.252 sostenes y su peso total era de más de 181 kilos. El premio es la satisfacción de acertar, que no es poca.

"Esta se convirtió en una tradición inofensiva", dijo Dell, enfundada en un ceñido jersey y unos no menos ajustados pantalones de cuero negro.

 

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