EDITORIAL
Certificación antidrogas
Los políticos panameños han cuestionado nuevamente el proceso de certificación que otorga Estados Unidos a los países que hacen esfuerzos para combatir el narcotráfico y el lavado de dinero.
En síntesis se preguntan quién certifica los esfuerzos que hacen los norteamericanos para reducir la demanda y proponen mejorar el sistema de certificación.
Las leyes de Estados Unidos exigen que cada año se evalúen los
esfuerzos que realizan los países donde se producen drogas o que
sirven de tránsito de las mismas y que reciben ayuda de Estados
Unidos.
Panamá figura entre los 20 países de mayor producción o de mayor tránsito para el tráfico de narcóticos.
Ya en el propio Senado norteamericano reposa un proyecto de Christopher Dodd que suspendería durante dos años el proceso de certificación anual.
Tras reconocer la amenaza que representa el narcotráfico, el proyecto advierte que la certificación "no promueve actualmente cooperación efectiva y constante, bilateral o multilateral" con los esfuerzos para interrumpir el comercio de drogas".
El senador demócrata considera que la certificación contiene cláusulas vagas y se aplican de modo variable".
El Informe sobre la Estrategia Internacional de Control de Narcóticos publicado por el Departamento de Estado el 1 de marzo,
menciona como principal logro, el haber impedido la expansión del cultivo total de la coca andina. Se redujo en 70% la producción en Bolivia y Perú, pero esa merma la compensó Colombia incrementando los cultivos.
Para Estados Unidos, la alianza "narcopolítica" entre los carteles del narcotráfico y los grupos irregulares que buscan desestabilizar a Colombia, es el principal peligro que deben enfrentar para los próximos años.
Nuestra cercanía con Colombia y ubicación como país de tránsito, poseedor de un centro bancario internacional y una zona libre, nos hace vulnerable ante los traficantes de narcóticos.
Para mayor preocupación, ahora la devastadora heroína se está convirtiendo nuevamente en una de las drogas preferidas por la juventud viciosa.
Durante el 2000 y este año se han efectuado decomisos de heroína en Panamá, sobre todo de "mulas" que se exponen a un viaje hacia la muerte transportando esa droga en sus estómagos, a cambio de unos dólares.
Los estadounidenses revelan que en Panamá hubo en el año 2000 una disminución de decomisos de cocaína, lo que confirma el aparente desvío de los patrones del tráfico de drogas ilícitas lejos de las rutas establecidas. Hacia fines del 2000, las autoridades panameñas habían decomisado 6.6 toneladas de cocaína, una cifra mayor en 40% del año 1999, pero menor a las incautaciones récord que se dieron en 1997 y 1998, donde los decomisos ascendieron a 10 toneladas.
De todas formas, esas cifras revelan que por Panamá pasa una gran cantidad de droga. No podemos cerrar los ojos y alegar que el narcotráfico es sólo un problema de Estados Unidos, porque en las calles de nuestro país podemos observar una gran cantidad de jóvenes que caen ante las tentaciones de la piedra o el crack.
Con certificación o sin ella, Panamá debe mantener sus esfuerzos antidrogas y además enjuiciar a los lavadores de dinero, que se aprovechan de nuestras facilidades para blanquear los capitales provenientes del maldito tráfico de narcóticos.
PUNTO CRITICO |
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