EDITORIAL
¿Policías u oficinistas?
A pesar de que nos consta los grandes esfuerzos que está haciendo el Director de la Policía Nacional, señor Carlos Barés, para frenar el desarrollo del hampa y el crimen organizado mediante operativos efectivos en todo el país, la alta Dirección de la Fuerza Pública tendrá que hacer una evaluación de cómo se comportan las unidades de policía cuando se les requiere para un servicio. Al solicitar la presencia de policía de una Subestación es común escuchar que no hay carros, no hay gasolina o simplemente lo remiten a otra Subestación, evadiendo su responsabilidad. Aparte de ello, esta clase de policías muestra una profunda apatía e indolencia frente a la comunidad a la cual están obligados a defender, ya que su deber es proteger la vida y honra de todos los asociados. La gran mayoría de los policías pareciera que tuvieran horario de oficina ya que desaparecen después de las 6 de la tarde. En horas nocturnas es difícil encontrar un uniformado que socorra a una víctima de robo o de un ultraje. Y cuando se les solicita urgentemente casi no atienden el llamado de la ciudadanía, por lo que la imagen pública de esta institución va en deterioro con todos los esfuerzos que hace su director, Carlos Barés, para mostrar eficiencia Este país no puede seguir sin una efectiva seguridad porque los casos en que intervienen los delincuentes se dan en los barrios marginales y en las barriadas pudientes donde los moradores de esos lugares tiene que atrincherarse con rejillas forradas de hierro y con feroces perros, para evitar la acción de los antisociales. La jefatura de la Policía Nacional, tiene que llamar al orden a esta clase de policías y hacer operativos sorpresivos en las subestaciones, porque el desempeño de estos agentes deja mucho que desear. La acción debe extenderse a los radio-patrullas, ya que muchos de ellos funcionan con el esquema del amiguismo, cuando tienen que apresar a un delincuente denunciado por una violación o robo. Este es el clamor ciudadano que exige que se ponga orden en lo interno de la Policía Nacional. Un policía corrupto o indolente puede convertirse en un malhechor y es bien sabido que una manzana podrida daña a las demás. ¡Actúe Sr. Barés!
PUNTO CRITICO |
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