MENSAJE
Veintiun años dentro de un pozo
- Hermano Pablo,
- Costa Mesa, California
No quiero mencionar nombres
ni lugares, pero el siguiente reportaje procedió de la UPI, es decir,
de la prensa internacional.
Durante veintiún años, la persona de este caso vio el cielo
en forma redonda. Pasaban los días y las noches, y cada vez que miraba
hacia arriba, veía de día un círculo lleno de luz,
y de noche uno lleno de estrellas.
Se trata de una señorita que pasó veintiún años
de su vida metida dentro de un pozo. Su abuelo la puso allí cuando
tenía apenas un año de edad. Ella había quedado huérfana
de madre, y el padre había desaparecido. La razón que el abuelo
dio fue: "para que no se haga daño."
Por fin salió del pozo, y pudo llegar a ver, en su plenitud, el
amplio cielo azul y el mundo variado y policromo que la rodea. Apenas sabía
hablar, y sus miembros estaban medio anquilosados; pero había una
buena probabilidad de que se recuperara.
Uno se pregunta: ¿Dónde estaban sus demás parientes?
¿Cómo comió y durmió y vivió esta pobre
criatura? ¿No había autoridad que pusiera manos en este asunto?
Las preguntas corren a torrentes, y quizá nunca sabremos sus respuestas.
Pero el caso me hace reflexionar sobre otros encierros.
Hay personas que viven encerradas dentro de un pozo de amarguras. Todo
les es negativo. No pueden, ni quieren, salir de su pozo. No tienen esperanza.
No tienen fe. Desconfían de todos. Y lo triste de un encierro así
es que no sólo es infructuoso sino innecesario. Se puede salir de
ese pozo.
Hay también personas que viven en el pozo de la sospecha. Me refiero
a celos que nunca han sido justificados. Los casados son, muchas veces,
víctimas de esos pozos. Tal vez recibieron un perverso anónimo,
o la sospecha brotó porque sí. Pero pasan años y años
viviendo en esa desesperación.
Luego está el pozo negro del odio, lleno de alacranes, de escorpiones,
de tarántulas, de murciélagos y de víboras venenosas.
Esta es la persona que no ama a nadie, que tiene resentimiento contra todo
y contra todos. Y el peor odio que tiene es el que se tiene para sí
misma.
Y no puedo omitir el peor de los pozos, el pecado. La Biblia lo compara
con el lodo cenagoso. Jesucristo desea sacarnos de este y de todos los pozos
que empobrecen y empañan nuestra vida. En una humilde y sincera oración,
digámosle: &laqno;¡Oh Dios, ten compasión de mí,
que soy pecador!» (Lucas 18:13).
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