EDITORIAL
Fracaso del paternalismo...
La permisión tolerante
y acomodaticia de gobernantes demagógicos, para quienes los comportamientos
morosos en las obligaciones surgidas del suministro de energía eléctrica
constituye mecanismo para ganar clientelismo y apoyos, trae como resultas
los elevados montos de las cuentas impagas que hoy oferta la empresa concesionaria,
que sustituye al IRHE en esta ciudad capital.
La empresa privatizadora de acuerdo con práctica de gestión
sana se empeña en recobrar los más de tres millones de balboas
morosos en cartera; y para ello procede a cortar el suministro eléctrico
a la populosa barriada de San Joaquín, en los aledaños de
Pedregal, donde cuatrocientas familias adeudan medio millón de balboas,
que ahora se resisten a pagar, reclamando "borrón y cuenta nueva",
como reza la proclama de sus protestas callejeras.
Las resultas inmediatas de estas pobladas callejeras se traducen en
represión violenta, detenciones de agitadores y agudizamiento del
conflicto que ahora apunta con resurgir en la comunidad de Ceremi, en Tocumen,
donde simular equívoco paternalista permitió acumular morosidades
elevadas.
Las fórmulas del paternalismo son perniciosas; negativas, para
el avance y progreso social, al desarmar de creatividad al desposeído
de la fortuna, que recibe beneficios sin compensación ni esfuerzo;
tales concepciones proliferaron en pasadas décadas panameñas
y foráneas, y hoy se palpan sus resultados negativos en países
hermanos, tales Venezuela y Argentina.
El Gobierno Nacional ofertó la privatización de los servicios
eléctricos y debió sanear los saldos impagos de sus ejercicios
públicos, entregando a la empresa ganadora, limpios los registros
de la contabilidad; el no hacerlo enfrenta a la entidad reemplazante con
el problema histórico en múltiples localidades, que amenaza
con agigantarse en reclamos y exigencias; por tal motivo urge encontrar
mecanismos idóneos, para que esas cantidades sean extinguidas; al
igual que las familias afectadas deben aceptar que es ofensivo, degradante
al vivir colectivo el disfrute de servicios básicos sin pagarlo,
como reclama e impone la solidaridad social.
De igual manera, resulta agravio que los agentes del orden público,
en arreos de combate, con violencia y sin diálogo, cancelen las protestas
públicas adicionando censurable agravante a los reclamos, al comprobar
que un centenar de manifestantes, semidesnudos, sin instrumentos de ofensa,
son reprimidos mediante los despliegues policiales presenciados ayer que
pone de relieve el equívoco sentido de la responsabilidad de mantener
el orden público que titulan los mandos actuales de la Fuerza Pública.
Es responsabilidad de los gobernantes de sereno ánimo, de equilibrado
pensar, perfilar mecanismos, burilar soluciones en balance que consulten
la justicia social, la solidaridad colectiva y la responsabilidad ciudadana;
ya que gobernar a toletazos, perdigones y lagrimógenas constituye
la negación del prpósito que informa la exigencia estatal.
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