Algunos delincuentes vienen de familias destruidas, donde no ha habido padre y, si existe madre, esta es consumidora de droga. Los modelos no son los mejores. El niño copia valores propios de un antisocial, sin embargo, hay otros chiquillos que vienen de hogares donde el papá y la mamá siempre han estado. Se conserva la familia intacta, pero muchas veces se complace demasiado al niño, fortaleciendo una conducta malcriada en ellos.
Si el chiquillo pide una bicicleta nueva, a pesar de tener una en buenas condiciones, se la dan. Si quiere zapatillas de tal o cual marca, se la compran. Si quiere ir a cierta escuela porque todos los vecinos y amigos van allá, también lo complacen.
Los padres son los principales culpables que sus muchachos adopten este tipo de actitud frente a la vida. Por es común ver a niños y niñas aprendiendo a manipular.
Todo lo que piden se lo dan. En sus hogares no existe el NO, aunque esto signifique un gran sacrificio para ellos. Lo mismo ocurre cuando algún maestro les ponen quejas. Antes de escuchar, saltan a defender sin saber la conducta de sus hijos. Este tipo de padres premia la desobediencia y la mala conducta. No contribuye en nada a que la situación mejore.
Da lástima que estas familias intenten llenar su felicidad de cosas materiales, como tratando de suplantar el amor.