EDITORIAL
Salvemos la Plaza de Santa Ana
La Plaza de Santa Ana, impropiamente llamada parque, está sufriendo un gran deterioro que deprime a los extranjeros y nacionales que pasan por allí y que conocieron sus mejores días. Llamada "Cuna de la Democracia Panameña", esta plaza pública es refugio de elementos de mal vivir, a parte de que se siente la pestilencia de los que defecan y hacen agua en sus inmediaciones. Antaño, cuando se decía que había un mitin en Santa Ana, la ciudad se estremecía por las repercusiones políticas de tales manifestaciones. Eventos que sacudieron la República se dieron cita en esta plaza popular que, lamentablemente, muchas administraciones alcaldicias le han cambiado su fisonomía. Es por eso que elogiamos la iniciativa del alcalde del Municipio de Panamá, Juan Carlos Navarro, de hacer una amplia e integral restauración de esta plaza que es la puerta de entrada al sitio turístico llamado Casco Viejo de la ciudad. Para que cristalice la idea del burgomaestre, habrá que sembrar conciencia sobre este sitio cargado de nostalgia y de sentimientos patrióticos. Santa Ana, que la inmortalizó en un bolero el bardo Ricardo Fábrega ha trascendido su nombre como musa de poetas, pintores y compositores. Pero ahora se trata del aspecto físico que hay que salvar y para el que se requiere el aseo y la estética de la fachada de algunas de las casas que están por el sector, incluso hay tres cinematógrafos que podrían acondicionarse para funciones populares. Alentamos una cruzada o patronato que se encargue de la remodelación de la plaza de Santa Ana para que sea una "cara bonita" de la urbe capitalina. Santa Ana se lo merece por su historia y por haber sido sede de acontecimientos que conmovieron el acontecer nacional.
PUNTO CRITICO |
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