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EDITORIAL
PRD frente a frente contra el Gobierno
La demanda que ayer interpuso Balbina Herrera, presidenta del opositor Partido Revolucionario Democrático, PRD, contra el ministro de Gobierno y Justicia Winston Spadafora, por la violación del contrato de concesión a la empresa Cable & Wireless, es apenas un ladrillo en la enorme mansión de terror que los perredistas le tienen preparada a la gestión de Mireya Moscoso. Así seguirán los orquestados ataques, los señalamientos ponzoñosos, las críticas pulverizantes, los llamados de atención estremecedores y las acusaciones frontales, duras, sin asco ni sonrojos. ¿Por qué? Porque se acabó la luna de miel que el colectivo perredista tenía con el gobierno arnulfista, al que se había tendido la mano para llevar el país hacia adelante. Juntos conciliaron lo más posible, y lograron transar en decisiones harto difíciles. ¡Hasta que a alguien se le ocurrió seguir excavando en el cuartel Los Pumas y encontraron las fosas comunes! Los perredistas han intentado sin éxito librarse de la sombra que estos asesinatos demoníacos hacen pender sobre ellos, pero nadie les acepta el cuento de "yo no fui" que esgrimen, porque si bien el colectivo fue fundado muchos años después que se perpetraran los crímenes contra los opositores de esa época, son los mismos civiles que organizan el partido, quienes estuvieron al lado de los militares cuando se aniquiló tanta gente inocente. Esto explica entonces que los opositores perredistas estén sacando la maleta con sus armas (que venían preparando con tiempo, porque sabían que la crisis política se avecinaba), y lancen de todo contra el gobierno. La tesis parece ser: en el incendio con que pretenden quemar al PRD, también se va el arnulfismo. Lo interesante es que al gobierno es fácil clavarle dardos. Su ineptitud en algunos casos; la falta de pericia o experiencia en otros; sumado a la supuesta corrupción de unos, y flagrante incapacidad de casi todos, además de las incoherencias entre un funcionario y otro, e incluso entre la Presidenta y sus ministros, lo hacen presa fácil de cualquier crítica. En el centro de esta contienda (como en las balaceras de Curundú, que nadie parece poder detener) está el pueblo, indefenso, víctima rehen de los políticos, que hacen del país un campo de batalla en su lucha por el poder.
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PUNTO CRITICO |
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