CRIMENES FAMOSOS Demasiado para perder

Max Haines
Chris Hightower estaba en grandes problemas y creyó que el asesinato era su única salida. Cuando Chris Hightower conoció a Susan Sicker, ya había estado casado dos veces y era padre de dos jóvenes hijas. Chris, un hombre realmente encantador, era gerente de uno de los restaurantes de la cadena Newport Creannery en Barrington, Rhode Island. Susan había sido contratada como camarera durante sus vacaciones de verano de la Wittemberg University en Ohio. Nunca había conocido a nadie tan atrayente como Chris. El inventaba historias acerca de su paso por la marina y de su estudio para el diploma de ciencias. Sí, conocerlo a Chris Hightower era gustar de él, Susan fue un paso más allá. Se enamoró de él. A medida que Chris y Susan intimaban, la relación de Chris con su esposa se deterioraba. Pronto él estaba fuera por largos períodos de tiempo. En casa era hosco y poco comunicativo. En enero de 1981, su segunda esposa pidió el divorcio. Chris se mudó al elegante hogar de la familia de Susan en Chantilly Lane en Barrington. El 20 de julio de 1982, Chris Hightower y Susan Slicker se convertían en marido y mujer. Chris nunca había estado tan bien. De un solo golpe, adquirió una hermosa esposa, respetabilidad y parientes políticos que lo adoraban. La vida era dulce, Chris fue aceptado en una universidad cerca del colegio de Susan en Ohio. El buscaba una licenciatura, mientras Susan continuaba con sus estudios. Menos de un año después de la boda, se convirtieron en los orgullosos padres de un saludable hijo. En 1985 tuvieron un segundo varón. Después que Susan lograra su Licenciatura en psicología, los Hightower dejaron Ohio y retornaron a Barrington. Chris entró en el negocio de las inversiones, pero las cosas no le fueron bien. Su suegro ayudó con una cuota mensual hasta que la pareja se estabilizara. Todo el tiempo, Chris presentaba su aspecto encantador usual, presentándose a si mismo como presidente de Inversiones Hightower. Los Hightower trabaron conocimiento con Alice y Ernie Brendel. Ernie, un abogado de marcas y patentes, gustaba mucho de Chris. Su hija de ocho años Emily también le tenía afecto. En 1990, las dos parejas habían intimado lo suficiente como para tomar vacaciones juntos en Nueva Hampshire. La amistad entre las dos familias tuvo un final abrupto cuando Ernie estuvo de acuerdo en invertir 11.000 dólares por consejo de Chris. Chris mostró a Ernie documentación que indicaba que la inversión había dado ganancias y que continuaría produciendo el enorme beneficio del 80%. Ernie estaba tan entusiasmado que urgió a amigos personales a invertir otros 40.000 dólares en Inversiones Hightower. Cuando descubrió que Chris había falsificado la documentación concerniente a las inversiones, juró que no tendría nada más que ver con Hightower. Además, Ernie se mostró inflexible en que su antiguo amigo nunca más estafaría a inocentes inversores. Se contactó con la repartición estatal US Comodities and Futures Trading Commission y presentó una queja oficial. La comisión exigió la revelación completa de la actuación de Inversiones Hightower para el 17 de septiembre de 1991. Fue un día que Chris marcó en su calendario, un día que podía arruinar su vida. Allí estaba, viviendo con relativo lujo en casa de sus suegros, presidente del Directorio de Educación Cristiana, líder de los Muchachos Exploradores y maestro de la escuela Dominical. Ahora enfrentaba una excelente posibilidad de ser desacreditado y perderlo todo. El jueves 19 de septiembre, Chris condujo hasta el Thomson´s Sport Shop y miró una ballesta para matar osos completamente equipada. Este no era un juguete de niños, sino un arma de un metro de largo con una manija de agarre y un apoyo para la mejilla, construida con una aleación de magnesio y aluminio extrusado. El arma ea un poderoso instrumento para matar. Chris le dijo al dependiente que estaba interesado y volvería en un día o dos. Esa noche, Chris recibió un llamado telefónico de la National Futures Association. Dado que no se había presentado en la fecha de la revelación, dos funcionarios llegarían a Barrington al día siguiente. Después de recibir el llamado, Chris volvió al negocio deportivo Thomson y compró la ballesta para matar osos. Volvió a su casa para cambiarse la ropa, recoger una pala y un azadón y se dirigió hacia la casa del hombre que era la causa de todos sus problemas, Ernie Brendel. En el camino se detuvo en unos bosques frondosos cerca de la St. Andrew´s School y cavó una tumba. Estaba lloviendo copiosamente. Chris, mojado y sucio, continuó hasta el 51 de Middle Highway, el hogar del instrumento de su perdición. Llevando la ballesta con él, rompió una ventana del garaje y trepó adentro. A la mañana siguiente, Chris oyó a Ernie partir en su Toyota, el que había estado estacionado en el camino de entrada, Ernie llevaba a Emily a la escuela. Cuando volvió, condujo a Alice a su lugar de empleo en Providence. A causa de que Ernie tenía su estudio de abogado en la casa, Chris sabía que tarde o temprano volvería solo. Así fue: Ernie, quien conducía su Toyota, abrió electrónicamente la puerta del garaje desde su vehículo. Bajó de su auto para enfrentarse a Chris, quien apuntaba directamente hacia él la terrible ballesta. Chris dijo: “Tú me estás arruinando, Ernie. Todo esto es culpa tuya. Iremos dentro de la casa, llamarás a la National Futures Association y les dirás que retiras tu queja”. Ernie replicó: “Estás loco”. Eso fue un error. Chris disparó. La flecha entró en el costado de Ernie. Este cayó sobre sus rodillas. Chris cargó nuevamente y volvió a disparar. La flecha arrancó un pedazo de la oreja izquierda de Ernei y se clavó en un panel de la puerta del garaje. Aunque malamente herido, Ernie comenzó a arrastrarse hacia el Toyota. Justo cuando conseguía abrir la puerta, una tercera flecha penetró en su pecho. La fuerza del golpe lo metió en el asiento delantero. Mientras Ernie yacía allí agonizando, Chris lo golpeó repetidamente en la cabeza con una barra de hierro. Cuando su víctima estuvo muerta el interior del Toyota estaba cubierto de sangre. Chris volvió a su casa, se duchó y se cambió de ropa. Entonces llamó a la National Futures Association, aconsejándoles que cancelaran la visita porque Ernie Brendel había decidido retirar la queja. Chris retornó a la residencia de los Brendel. Había trabajo que hacer. Después de sacar el cuerpo de Ernie del auto, lavó los vidrios manchados de sangre con Windex y limpió el resto del interior lo mejor que pudo. Usando la identificación de Ernie, pudo convencer a la maestra que le permitiera recoger a Emily en el colegio. Emily estuvo más que gustosa de irse con el Sr. Hightower. Después de todo lo había conocido por años. Alice Brendel volvió a casa de su trabajo. Fue recibida por Chris, quien llevaba a Emily con él. Tenía una pistola en su mano izquierda. Madre e hija fueron guiadas al sótano, donde fueron seguramente atadas con sogas a una viga vertical. Chris tuvo el coraje de buscar la chequera de Ernie, la que encontró. Dejando a sus cautivas en el sótano, cambió dos cheques, falsificando la firma de Ernie. En total, retiró $4,200. A la mañana siguiente, Chris bajó al sótano llevando cócteles que consistían en píldoras para dormir y jugo de naranja. Alice y Emily fueron forzadas a beber el brebaje. Cuando se adormilaron, Chris mató a ambas estrangulándolas. Usó una bufanda para Alice y sus manos desnudas en la pequeña. Chris se las arregló para cargar los tres cuerpos en el Toyota. Fue hasta el bosque cercano al St. Andrew´s School y cavó una segunda fosa cerca de la primera. El cuerpo de Ernie fue colocado en la tumba original, mientras que Alice y Emily fueron enterradas juntas en la fosa nueva. Al cabo de unos días, la estratagema premeditada de Chris comenzó a desenredarse. Los Brendel fueron encontrados a faltar; su casa fue revisada y se descubrieron signos de un sangriento asesinato. Al cabo de unos días, Chris fue visto por la policía en el Toyota de los Brendel. Poco después, los cuerpos descompuestos de las tres víctimas fueron encontrados accidentalmente. En junio de 1993, Chris Hightower fue encontrado culpable de los tres asesinatos. Fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidades de salir bajo palabra. Tan notorio es este caso en Rhode Island que la esposa de Hightower, Susan, y sus dos hijos se han cambiado sus nombres en un intento por empezar una nueva vida.
|