Fue la noche de este martes en el histórico barrio de San Felipe, a un costado del centenario Teatro Nacional, en el joven y cálido espacio bautizado Estudio Lagartija por Martín Porto y su equipo de Teatro Lagartija.
Solo necesitó una silla y una mesa. Sobre ésta, un teléfono. El resto, lo hizo ella, con su arte y talento. Es Isabel Burgos. Compartió su "coco" con veintitantas personas. Interpretó magistralmente a una actriz frustrada. Era una pobre mujer que nunca logró autorrealizarse y reclamaba a gritos a la sociedad el derecho a brillar, el derecho a recibir los aplausos del público, el derecho a conquistar sus sueños de ser una gran actriz como Greta Garbo, el derecho a que el director, algún director, le permitiese interpretar a Julieta en un montaje de esta gran tragedia del maestro inglés William Shakespeare..
�Era eso pedir mucho? Se preguntaba el personaje, entre gritos, lloros e imprecaciones.
�Quizás!, parecía responderle la vida, que se burlaba de ella una y otra vez. Ja, ja, ja, se le reía en la cara. Como se le había reído tantas veces la gente cuando hacía el ridículo, pero, ingenua ella, creía que podría haber alguien que viera en ella una mariposa y le diese la maravillosa oportunidad de sufrir la metamorfosis y extender las alas y volar alto.
Espinas fue lo que halló en su camino. Y lo gritaba para que supiesen que el mundo, que Dios, según llegó a pensar, no era justo.
�Era el licor el que le nublaba el pensamiento? �Era el licor su "amigo", donde las penas se zambullían? Averíg�elo esta noche, mañana o pasado, en cualquiera de las tres restantes funciones de "Las penas saben nadar", el "coco" (deseo, anhelo u obsesión no alcanzada) de Isabel Burgos, en Estudio Lagartija, Casco Antiguo, al lado del Teatro Nacional, durante el 1er. Festival de Cocos de Teatro Lagartija, que en seis semanas brindará a las ocho de la noche de martes a sábado seis propuestas distintas, de artistas locales y de Estados Unidos y El Salvador.