El viejo médico de un pueblo del interior pudo enviar a su hijo más inteligente a una famosa universidad de Estados Unidos. Luego de más de seis años, volvió el joven convertido en un flamante médico. Le dijo al padre que le habían enseñado lo último que hay en medicina.
Pensó el anciano médico que su hijo lo reemplazaría con éxito en su clínica. Y un día decidió irse a la capital por varios días confiado en su hijo.
Lleno de deseos de demostrar lo aprendido, el joven doctor atendió lo mejor que pudo a los clientes de su padre. Entre ellos una anciana que se quejaba de un zumbido en uno de sus oídos.
Con una lupa moderna con luz, observó el oído y sonriendo tomó unas pinzas y sacó... ¡una mosca!
Cuando días más tarde llegó su padre rindió cuentas. Y muy ufano dijo que curó a la anciana, que "solamente tenía una mosca metida en el oído".
El viejo médico movió la cabeza de un lado a otro. Con cara triste dijo: "hay hijo, en esa Universidad te enseñaron lo último de la medicina, pero faltó una materia..."
Asombrado el nuevo médico preguntó qué le había faltado aprender. Su padre con una sonrisa señaló que: "cómo hacer negocio, hijo. Yo le ponía un sedante y dormía la mosca por una semana. ¡Así tenía esa entrada todas las semanas!".
Claro que este cuento puede ser mentira. Pero como ocurre con muchas profesiones, algunas veces lo económico está por encima de la efectividad.
Hace meses un médico me confesó que el treinta por ciento de sus recetas son de "placebo" (algo que no es medicina y no cura).
"Es que hay muchos pacientes que realmente no están enfermos y por cuestiones nerviosas vienen al médico", me aclaró.
Yo me mordí los labios para no preguntarle si les había cobrado la consulta, a esos que engañó con falsas medicinas.
En Estados Unidos hace meses descubrieron que una tercera parte de ciertas operaciones no eran necesarias hacerlas. ¡Fue puro negocio...!
Por allí me hablaron de un abogado que nunca termina rápido sus casos para seguir cobrando meses y meses...De ex profeso alarga los casos y hace mejor negocio con su profesión.
Y he conocido mecánicos que no advierten de un futuro problema para repararlo a tiempo. Esperan que ocurra y cause problemas. Así cobrarán más por un daño que pudieron prevenir.
Una vez un exitoso médico me dijo: "Si tú te hubieras fregado lo que yo me fregué estudiando día y noche, también cobrarías caro por tus consultas".
Aclaro que esto del "negocio" de algunos profesionales es la excepción. O sea, son pocos los que lo hacen. ¡Menos mal!