Buenos días señor, podría darme unas patatas, un emparedado y una soda, pero, por favor, no le eche hielo, please.
Cuántas veces ha escuchado a un cliente hacer un pedido especial, pero, a la hora de recibir el producto, nadie le quita el hielo de la gaseosa. ¿Adivinen por qué? Buena la respuesta que está pensando. Es algo simple, a mayor cantidad de hielo, menos líquido se lleva usted. Eso, sin contar que en las máquinas donde se sirve el producto, le meten algo de agua.
Póngase a hacer una prueba. Tome un vaso, supuestamente agrandado, échele la misma cantidad de hielo y notará que, al vaciar el líquido en otro recipiente éste no llega ni a la mitad de lo que realmente usted pagó.
Pongamos el ejemplo más claro. Si usted paga B/.1.00 por una soda y sabe que viene la mitad, el comerciante se lleva la otra mitad para su bolsillo. Si nos imaginamos cuántas sodas vende por día ese negocio y luego lo sacamos por año, la cifra nos asustaría porque saldría un número muy largo, pero, de todas formas, hagamos el ejercicio. Son 400 sodas a B/.1.00 por día, esto arroja una ganancia extra de 0.50 centavos por soda; es decir, B/.200.00 al día y si lo multiplicamos por 365 días al año el negociante se está llevando al año 73 mil dólares, o sea, que cada año puede comprarse una buena casa y un buen carro con el dinero de los clientes sedientos.
Si es usted es de esos que se la pasa haciendo ofertas que en realidad no son nada gratis, deje de jugar vivo porque tarde o temprano Dios le hará saber que está fallando y no está siendo honesto. Seguramente usted dirá, pero cómo si ahora he sido muy prosperado. No entiendo cómo un Dios tan bueno pueda hacerme quebrar. Sepa que muchas empresas en el mundo se han ido a la quiebra porque esa ha sido la voluntad de Él.
Nadie puede escaparse, por ello recomendamos ser honesto en sus acciones como empresario.