MENSAJE
Cuando
la libertad llegó a Jamaica

Hermano Pablo
Jamaica es esa
bella isla del mar Caribe que descubrió Cristóbal
Colon. Su población es mayormente de raza africana. Los
jamaicanos fueron uno de los primeros pueblos en recibir los
beneficios de la libertad.
Todos los esclavos de Jamaica fueron puestos en libertad en
1838. Cuando recibieron la feliz noticia, los hombres construyeron
un enorme ataúd de madera. En ese ataúd pusieron
todos los elementos que les recordaban su antigua vida como esclavos.
Allí dentro pusieron cadenas, grillos, látigos,
garfios, esposas, garrotes, horcas, hierros de marcar y muchas
cosas más. Luego cavaron una enorme fosa y arrojaron al
fondo el ataúd con todos esos recuerdos malditos. Eran
libres, y no deseaban recordar nada de su antigua vida de esclavos.
¿Por qué no hacemos nosotros lo mismo con todas
las cosas que son para nosotros instrumentos de tortura y de
esclavitud?
¡Qué bueno sería, por ejemplo, que un
día pusiéramos en un ataúd todas las botellas
de licor, para no verlas nunca más! ¡Qué
bueno sería que sepultáramos, para siempre, las
drogas que esclavizan el cuerpo y el alma, y que nos despojáramos
de otros elementos de esclavitud, tormento y tortura, tales como
los odios, los resentimientos, las antipatías, las fobias,
las dudas y los temores!
A pesar de llamarnos libres y de vivir en países que
hacen gala de su independencia y libertad, la verdad es que cada
uno de nosotros vive esclavizado por algo o por alguien. ¿Dónde
encontrar un ataúd lo bastante grande y una fosa lo bastante
honda como para echar dentro todo lo que nos convierte en esclavos?
Esta fosa, aunque nos parezca raro, es Cristo mismo. Para
esto Él se ha ofrecido. Echemos sobre Él todos
nuestros dolores, miedos, odios, enfermedades y malas pasiones.
Cristo sepultará para siempre esos males, y nos dará
plena, radiante, feliz y eterna libertad.
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