La Ley Orgánica de la Caja del Seguro Social en su artículo 50, establece los derechos del asegurado para obtener la pensión de vejez. Promediando para las mayorías los siete mejores años de salario de toda la vida laboral de la persona; cumplidos los 62 años de edad, los hombres y 57 las mujeres. La mayoría por distraerse en trabajos sencillos, mal pagados, quedan involucrados en los conjuntos universales: grupos de viejitos con pensiones irrisorias de B/.175 mensuales.
Toda una vida de correrías, apuros y desengaños, concluyéndola en la declinación espantosa. Este es un problema neurálgico que me hace temblar cuando lo afronto, por las implicaciones que a esta hora de la vida se le avecina a un cristiano abandonado, por las energías corporales y con frecuencia de sus familiares; en un país donde nadie frena el ascenso en los precios de la canasta básica alimentaria. Debe marchar relativo, al ritmo de la existencia, los sueldos pagados y el precio de los productos obligatorios de consumo cotidiano. Pero esto no existe cuando la infamia lanza sus petardos mortales dirigidos a un bolsillo que está roto hace ya largo tiempo. El jubilado no tiene décimo tercer mes, tampoco puede seguir laborando; últimamente se le negó un aumento de B/. 25 que podría haberle servido para calentar la paila con agua y sal; son reveses y amarguras que se sufren cuando la obscuridad empieza a apuntar. En una ciudad cara como lo es Panamá, no me explico qué clase de malabarismo podrá ejecutar el viejo con sus energías, ya fallidas, para poder comer.
El desenfreno actúa a voluntad, donde el que puede ayudar se declara impedido. Soy un miserable que comparto lo poco que tengo con los que nada tienen, me preocupa la cosecha de frescos laureles morales, donde la mayoría se desespera por cosechar tórridos laureles políticos, multiplicadores de riquezas, prestos a marchitarse con premura. Ya viejos el tiempo y el trabajo realizado, se vengan a esta hora ofreciéndonos una reveladora experiencia, cobrando los escasos frutos traducidos en este instante en lágrimas y fuertes dolores de cabeza. |