Saludos amigos y amigas, bienvenidos al dominguito de misa, esta vez, desde el bello Olmedo Solé de la ciudad de Las Tablas, donde el sol golpea el terreno de juego y el verde engramado se burla del astro rey.
Paseaba por el estadio del equipo santeño y se notaba algo de optimismo, previo al partido de anoche ante Chiriquí. Un parque de pelota con una gran tradición, con momentos de gloria y con grandes anécdotas para la historia.
Aquí en este parque de pelota, vi un gran batazo del cañonero chiricano Virgilio Kaa, precisamente ante Roberto Hernández, el gallo más grande de casa que han tenido los santeños en la historia. También un batazo de Luis Durán por el jardín central, directo al cementerio, para dejar tendido a los chiricanos en la novena entrada.
Ayer durante el entrenamiento previo al partido, hablaba con el mánager Alberto Macré, un soldado internacional, al servicio del béisbol, de la selección nacional y de su provincia.
Los problemas que vive cada equipo son un mundo aparte. Cada novena ha vivido sus periplos de un lado para otro en el certamen juvenil. La tropa de Chiriquí, de las mejores en materia de organización, ha sabido sortear el destino y jugar como los grandes a pesar de los inconvenientes que ha tenido en el camino.
Macré confió el problema de la alimentación. "La comida no sirve", y para colmo de males, "hemos estado saltando de un lado para otro".
"Un desayuno que da pena, una salchicha con unas yucas, definitivamente que alguien se está ganando plata a costilla de los muchachos". Macré, de relativa experiencia en la pelota panameña, sigue como buen capitán al lado de sus marines.
"Yo siempre de pendejo, dizque no voy a seguir en esto y aquí estoy, pasando trabajo de un lado para otro, con baños llenos de $·&/&%$&/)", sostuvo.
Pero el amor por el juego es mayor. Macré no descansará hasta ver a su equipo coronarse campeón nuevamente. "Es un torneo duro, pero allí vamos, poco a poco", indicó.
Es justo que en la siguiente ronda los equipos clasificados vayan a hoteles cómodos y los peloteros puedan sentirse a gusto por lo que hacen. Protagonistas de primer orden, pero en condiciones nada garantes.
Para nuestros héroes de la pelota.
¡Viva el béisbol!