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CRIMENES FAMOSOS
Separación angustiosa

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Max Haines

El rompimiento con su esposa fue la última gota para Howard Stewart.

Cualquiera que conociera a Howard Stewart en la ciudad tejana de Corsicana pensaba que era un poquito raro. Le gusta usar traje de combate camuflado del ejército y raramente estaba sin su pistola calibre 22. Howard cazaba conejos y pasaba horas haciendo práctica de tiro sobre blancos. Le encantaba que lo llamaran "Rambo". ¿Captaron la idea?

Howard, su esposa Brenda y sus dos hijos vivían en una casa rodante. En agosto de 1987, Brenda, quien se dio cuenta que su marido tenía dificultades mentales, no pudo soportar más la vida con él. Pensaba que Howard era una mala influencia para los muchachos y que un viaje a Missouri, donde tenía parientes, sería lo mejor para ambos. Brenda acompañó a Howard hasta la estación de ómnibus con destino a Phillipsburg, Montana.

Fuera de la vista, fuera de la mente... pero no por completo. Howard Stewart era un hombre muy enfermo, mucho más de lo que nadie imaginaba.

El 16 de septiembre de 1987, Steven Vestal, de 38 años, un hombre de familia con tres niños, saltó a su camioneta Chevy de 21 años de antigüedad para viajar hasta la Iglesia Cristiana de Phillipsburg para practicar en el coro. Cuando no volvió a su casa tarde esa noche, su esposa llamó a la oficina del sheriff. Steven nunca había dejado de volver a su casa después de la práctica en el coro. El sheriff local se comunicó con la iglesia y se enteró que Steven no había estado allí esa noche.

La búsqueda empezó. Steven había sido visto en su camioneta con un pasajero masculino poco después de salir de su casa. Se pensó que había recogido a alguien que le había pedido un aventón. A la mañana siguiente, la policía encontró una rural Ford 1980 abandonada. El interior estaba empapado en sangre. Fue un descubrimiento sorprendente-. ¿Sería posible que los investigadores estuvieran en la pista de dos tragedias? Sus peores temores se vieron pronto realizados.

Una licencia de control de la rural reveló que estaba registrada a nombre de George Brewer de la pequeña ciudad de Niangue. Un chequeo en la residencia de los Brewer fue decepcionante, ya que George y Carol Brewer no estaban en casa. Sus dos hijas fueron localizadas en su colegio. Cuando fueron interrogadas, las dos adolescentes dijeron que estaban levemente preocupadas ya que sus padres no habían vuelto a casa la noche anterior.

La búsqueda de los Brewer y de Steven Vestal se intensificó. El primer indicio en los casos ocurrió cuando una mujer llamó a la policía diciendo que había encontrado una vieja camioneta Chevy en un camino secundario. La mujer había estado demasiado asustada para mirar adentro porque había sangre cayendo de la camioneta al suelo. La policía corrió a la escena.

Dentro de la camioneta estaba el cuerpo de Steven Vestal. Había sido baleado directamente en la cara y en la parte de atrás de la cabeza. Había estado muerto por varias horas. Se encontró un casquillo calibre 22 en el piso de la cabina. Los investigadores inmediatamente se dieron cuenta que había una conexión entre la rural empapada en sangre y el asesinato de Steven Vestal. Por la ubicación de los dos vehículos parecía que Vestal había recogido al asesino de los Brewer. Si esto era así, el asesino tendría que haber caminado varios kilómetros después de abandonar el vehículo de los Brewer. La búsqueda de los Brewer fue pronto recompensada. El cuerpo de George Brewer fue encontrado en un lecho de grava en un arroyo seco. El también había sido baleado directamente en la cara y en la nuca con un arma calibre 22.

Dos días después de la desaparición de los Brewer, el cuerpo de Carol fue encontrado en el fondo de una quebrada en la zona donde había sido recuperado el cuerpo de su marido. El asesino había usado nuevamente su pistola calibre 22, baleando a Carol en la cara y en la nuca. Una prueba balística probó que se había usado la misma arma en los tres asesinatos. Los investigadores tenían ahora que enfrentar el hecho de que había un asesino suelto en los Ozarks, que mataba a medida que avanzaba.

A pesar de sus mejores esfuerzos en la semana siguiente, los policías fracasaron en encontrar alguna pista de su identidad.

Mientras tanto, a cientos de kilómetros en Corsicana, Tejas, alrededor del mediodía del martes 22 de septiembre, un hombre que usaba un traje de fajina de combate entró a Hulcher Services Inc., blandiendo dos pistolas. El capataz, Dennis Wade, estaba trabajando con su colega. Reconoció al loco del arma. Howard Stewart estaba de vuelta en la ciudad.

Howard no dijo una palabra. Calmadamente apuntó sus pistolas y empezó a tirar. Wade cayó al suelo, gravemente herido. Murió momentos después de llegar al hospital. Más tarde se supo que Howard había trabajado para Hulcher Services y que había sido despedido por Wade. Había vuelto, buscando venganza por agravios reales o imaginarios.

Howard corrió afuera, saltó a una camioneta de la compañía y se alejó rugiendo hacia el restaurante Western Sizzlin en busca de su esposa separada, quien era asistente de gerencia del lugar. Cuando le dijeron que no estaba allí, Howard disparó un par de tiros al techo. La mayoría de los clientes gritaron y buscaron refugio. Una anciana dama se desmayó, pero un alma valerosa reunió coraje suficiente para preguntarle qué quería. Howard respondió que estaba buscando a su esposa. Se le dijo que no llegaría hasta las 3 de la tarde. Howard disparó unos cuantos tiros más hacia el techo y luego se precipitó a la camioneta. Una vez más, los neumáticos chirriaron mientras Howard Stewart corría hacia el estacionamiento para casas rodantes donde su esposa todavía vivía.

Frenético, Howard entró a la casa rodante. Brenda estaba allí con un conocido, Edward Persons. Howard permaneció silencioso, pero dejó que sus armas hablaran. Tiró a quemarropa sobre Persons, baleando sus piernas, pecho y cabeza. Brenda corrió dentro del baño, y cerró la puerta con llave tras ella. Howard disparó varios tiros a través de la puerta, luego la derribó y lanzó una ráfaga de balas sobre el cuerpo sin vida de su esposa.

Howard salió de la casa. Al oír las sirenas policiales que se acercaban al estacionamiento, levantó su brazo, colocó la pistola contra su cabeza y disparó. La masacre había terminado.

Le tocó a la policía de Corsicana reunir los acontecimientos que habían dejado tres ciudadanos muertos en su comunidad. Vecinos de los Stewart fueron interrogados. Uno dijo a los oficiales que en la mañana del tiroteo, Howard le había dicho que si él no podía tener a su esposa, ninguno la tendría. Otro vecino que vivía en el estacionamiento de casas rodantes dijo que Howard le había contado que ya había matado a tres personas en Missouri, donde había estado visitando unos parientes. Ambos creyeron que el extraño Howard estaba inventando historias falsas. Estaban equivocados.

La policía de Tejas consultó con las autoridades de Missouri y quedó sorprendida al enterarse que tres individuos, Steven Vestal y Carol y George Brewer habían sido asesinados en la zona de Lebanon. También se enteraron que Howard Stewart había estado visitando parientes en Missouri en el momento de los asesinatos. Los oficiales viajaron a Missouri e interrogaron a los parientes de Howard. La familia contó a la policía que Howard extrañaba a su esposa y que ellos lo habían ayudado para que regresara a Corsicana en ómnibus.

Cuando las pruebas de balística probaron que el arma usada en los asesinatos de Tejas era la misma usada en los asesinatos de Missouri, las autoridades tuvieron la seguridad de que un hombre, y sólo un hombre, había sido el responsable de tomar la vida de seis personas. Ese hombre era Howard Stewart.

 

 

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Cuando las pruebas de balística probaron que el arma usada en los asesinatos de Tejas era la misma usada en los asesinatos de Missouri, las autoridades tuvieron la seguridad de que un hombre, y sólo un hombre, había sido el responsable de tomar la vida de seis personas. Ese hombre era Howard Stewart.

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