CUARTILLAS
Acción
Más iniciativa y acción, señores educadores. Estoy seguro que la comunidad les brindará apoyo.
Milciades A. Ortiz Jr.
Colaborador
Realmente no recuerdo el tema de la charla que fui a dar a una escuela de Chame, hace ya varios años. Después de hablar di una vuelta por el lugar, acompañado por el Director. En un rincón había una montaña... de pupitres de madera y hierro (bancas), dañadas. Llevado por mi curiosidad me acerqué a este “monumento”. Pude ver que a una banca le faltaban dos tornillos a otra se le había caído la madera donde se escribe, porque se le salieron varios tornillos. En fin, la mayoría de las costosas bancas estaban dañadas porque se les habían aflojado uno o dos tornillos. Al caerse y perderse, la banca se dañaba e iba a parar al rincón, donde ya la pirámide era de unos tres metros de altura. Había decenas de bancas que podían arreglarse con tornillos, que costaban entre cinco y diez centésimos de balboas cada uno. Con un simple destornillador, cualquier persona con inteligencia regular habría arreglado las bancas de esa escuela. Le indiqué al Director la cantidad de bancas y por supuesto que habló mal de la calidad del mobiliario, la falta de atención del Ministerio de Educación.... ¡hasta que me harté! (Hago constar que a veces no puedo contener la lengua cuando creo que ocurre algo que puedo mejorar. También soy fanático a dar consejos e ideas, que dicho sea de paso, algunos no agradan a los demás). Me acerqué a una banca y le mostré la falta de los dos tornillos. Junté la madera caída y le indiqué al director que el daño era pequeño, fácil de reparar. “Si pone a los estudiantes de sexto grado o algunos padres de familia a reparar estas bancas, estoy seguro que arreglan casi todas sin mayor costo”, afirmé algo molesto. El Director de la escuela se puso colorado de vergüenza; masculló alguna excusa y... nunca más me llamaron para dictar charlas en esa escuela de Chame. Lo ocurrido lo vi nuevamente en el noventa y uno, cuando fui Decano de Comunicación Social, en la Universidad de Panamá. Pero como era autoridad, di las órdenes precisas para que desapareciera el “cementerio” de bancas, que solamente tenían pequeños daños. Ahora que se habla de millones de balboas para reparar las escuelas en todo el país, creo conveniente señalar esto como una sugerencia. Pienso que hay que motivar a los padres de familia, a alumnos mayores de escuelas y colegios, para que arreglen y mantengan en buen estado esas instalaciones donde tanto se les enseña. No sólo pueden repararse bancas con tornillos caídos y flojos, sino pintarse el local, arreglar puertas, mejorar servicios higiénicos, instalar mejoras para enseñar bien, etc. En los pueblitos del interior, la escuela es el centro del futuro, el sitio donde los niños aprenden para superarse. Nuestros campesinos están acostumbrados a cooperar, a trabajar en forma comunitaria. Si maestros y profesores tuvieran iniciativa y fueran a la acción, seguro que estarían en mejores condiciones muchas escuelas. Si hace falta dinero para comprar pintura y materiales, un activo Club de Padres puede organizar rifas, ferias, colectas, bailes. Todas esas actividades estarían justificadas, si son para mantener en buen estado la escuela del poblado. Y esa fórmula vale para las ciudades, donde los padres se gastan cualquier cantidad de plata en vicios, y lujos. Muy bien podrían donar unos cuantos balboas para reparar la escuela de sus hijos... y participar con su trabajo voluntario en esta noble tarea. Más iniciativa y acción, señores educadores. Estoy seguro que la comunidad les brindará apoyo.
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