El chiricano Edgardo Espinosa emprendió en 1992 un pequeño negocio ambulatorio en las calles de Calidonia, gracias al esfuerzo y el apoyo de su familia ha logrado sostenerse en el exigente mercado de alimentos con bastante soltura.
“Mi esposa hace las tortillas, las empanadas de maíz y las hojaldres en casa, que han tenido bastante acogida en el mercado, donde siempre tenemos pedidos”, dijo.
Durante quince años este hombre ha trabajado duro, de sol a sol, compitiendo con grandes empresas y lo ha logrado. Con la venta de estos productos ha podido sostener a su familia y educar a sus 4 hijos.
ESQUINA DEL MOVIMIENTO
“Cuando decidí emprender este negocio yo tenía ya cierta edad y las empresas no querían darme empleo, creo que esta situación difícil me empujó a iniciar este pequeño trabajo”, recordó.
La esquina de la Lotería, que baja a la piscina Adan Gordón, es un centro de movimiento por donde los clientes desfilan todos los días desde las 9: 00 de la mañana hasta las 4: 00 de la tarde en busca de tortillas y empanadas.
Rodeado de una nutrida gama de vendedores ambulantes y billeteros, Espinoza ha encontrado el camino para la independencia económica y ya no tiene que responder a las exigencias de nadie.
“Bueno, la verdad que no se gana mucho, pero sí me permite sobrevivir y satisfacer mis necesidades básicas, ahora ya no tengo que marcar reloj ni esperar un salario”, apuntó.
AHORRO CENTAVO A CENTAVO
Después de 15 años de trabajo ambulatorio en las calles, este chiricano laborioso quiere mejorar su negocio y tiene planes para formalizar esta actividad comercial.
“Yo soy como los chinos, no me gasto toda la plata que gano, si obtengo 10 dólares en las ventas tengo que ahorrar dos dólares para mejorar la economía familiar”, aseguró.
Desplegando esta milenaria filosofía, Espinoza sonríe y mira el mañana con optimismo, esperando tiempos mejores para los suyos.
Ellos tienen contemplado ampliar su negocio, y esperan que todo salga bien.