CUARTILLAS
Milcíades A. Ortiz Jr.
El Juez falló a favor de la patrona y dijo molesto: "con razón dicen que de los desagradecidos está empedrado el camino del infierno".
 
Milciades A. Ortiz Jr.
Colaborador
La empleada estaba en una terrible situación económica: el marido se encontraba sin empleo, había dos niños chicos que mantener. El único sueldo era de la humilde doméstica, quien para aumentar sus ingresos, los fines de semana vendía frituras en su barrio. Pero nunca tenía dinero para comprar la masa y otros materiales de tortillas, hojaldres, empanadas, etc. Entonces acudía a su patrona, quien le adelantaba unos balboas para el negocio. Siempre había la promesa que se lo pagaría "la próxima semana". Los días iban pasando y la empleada no cancelaba a la patrona el dinero que le pidió para el negocio de frituras. Habían mil excusas y razones. Lo que no decía es que debía darle plata a su marido para que comprara cerveza y cigarrillos, los cuales consumía viendo TV todo el día. (Había dejado de buscar empleo por estar convencido que nadie se lo daría, pues tenía "mala suerte"). Pasaron las semanas y llegó el momento que la deuda de la empleada era igual a un mes de su salario regular. Entonces la dama desapareció sin avisar, causando problemas a la patrona. Días más tarde se apareció muy oronda, con una boleta de citación contra la patrona, para que fuera al Juzgado de Trabajo. Alegaba la empleada que la patrona le debía vacaciones proporcionales. Luego de la vergüenza de estar sentada como si fuera una incumplida, la patrona con pena le dijo al Juez que su ex-empleada le debía todo un mes de sueldo, que ella había prestado para el negocio de frituras. El Juez puso cara de extraño y miró a la querellante. Ella bajó la cabeza y tartamudeando dijo que eso no era así, que ella había pagado esas deudas. Entonces recordó la patrona que tenía en su cartera un recibo que le hizo firmar a la desagradecida, por uno de esos préstamos. Eso fue suficiente para que el Juez decidiera que la patrona había cancelado ya cualquier prestación laboral que faltara. Y mirando a la pobre mujer, le dijo "Ud. es una desagradecida. Vergüenza debería darle causar tantas molestias a una señora que siempre la ayudó. Váyase de aquí antes que le cobre la plata que le queda debiendo a su antigua patrona". La mujer, que tenía un corazón más grande que una catedral, dijo que ella no pensaba reclamar ningún dinero, que la "pobrecita de su empleada era víctima de las cosas de la vida". En otro caso real de gente desagradecida, la patrona era una bondadosa enfermera. La empleada se apareció un buen día con la noticia de que estaba embarazada. Por supuesto que el padre de la criatura no se haría responsable del niño, pues alegaba que "no era de él". La patrona consoló a su empleada. Ambas enfrentarían la situación y como era enfermera, le consiguió atención gratuita durante todo el embarazo. Al nacer el niño, por supuesto que se quedó en la casa de la patrona, quien consiguió con amistades una cunita, ropa, pañales, etc. Como si fuera poco, le dijo a la empleada que no hiciera tantos oficios en la casa, para que pudiera atender la criatura. También le consiguió medicinas gratis cuando se enfermaba, lo llevaba a vacunar y en fin, se convirtió en una especie de "abuela" del niño. Pasaron los meses y la empleada se "embolató" con otro hombre y se marchó de la casa, sin anunciarlo. Se llevó toda la ropa del niño y días más tarde volvió con una boleta de citación para el Juzgado de Trabajo. Reclamaba una suma enorme de dinero. Por suerte la patrona le conversó al juez sobre cómo había ayudado a la joven con su embarazo, nacimiento y mantenimiento del niño. El Juez falló a favor de la patrona y dijo molesto: "con razón dicen que de los desagradecidos está empedrado el camino del infierno".
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