A ORILLAS DEL RIO
LA VILLA
9 de enero de 1964 (I)

Santos Herrera
Una verdad que jamás podrá ocultarse y que el tamiz del tiempo ha esclarecido con destellos de glorias, es la de que las dimensiones que proyectan las jornadas patrióticas del 9, 10 y 11 de enero de 1964, dentro del contexto de la historia nacional, fueron los que sirvieron de fundamento para lograr la firma de los Tratados Torrijos-Carter. Estamos seguros que de no haberse dado esas manifestaciones populares donde la juventud y el pueblo panameño ofrendaron más de una veintena de vidas y más de medio millar de heridos, jamás se hubiera podido lograr el cumplimiento de ese viejo sueño de contar con una Patria soberana a finales de este milenio. Antes de recordar algunos hechos que vivimos en aquellos dolorosos episodios de 1964, queremos señalar que los referidos acontecimientos fueron distorsionados no sólo por dirigentes del país agresor, sino también por políticos panameños que expresaron por los medios de comunicación social que los disturbios fueron provocados por comunistas y maleantes que con piedras y palos atacaron al ejército más poderoso del mundo. Por afinidad histórica, este mismo grupo de panameños apátridas fue el que sustentó el NO en el referendo del 7 de septiembre de 1977 donde el 70 por ciento de los panameños ratificaron el Tratado Torrijos-Carter. Lo irónico de todo esto es que ese grupejo de antipanameños son los que hoy, desesperadamente, pretenden recibir el Canal para saciar sus angurrias económicas. Una multitud de recuerdos se agrupan en mi memoria, que me trasladan a las calles de la ciudad capital durante los días 9, 10 y 11 de enero de 1964. A pesar de que han transcurrido treinta y cinco años de aquel sangriento suceso donde veintidós panameños perdieron la vida y más de quinientos fueron heridos. Retrospectivamente se van colocando inolvidables imágenes, que como una película, me ubican en el violento escenario de esa triste tarde de enero. Me acuerdo muy bien que el 9 de ese mes, en representación del grupo reformista José Dolores Moscote, estábamos reunidos en el salón de profesores de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, con algunos catedráticos de la misma, discutiendo un nuevo programa de estudios, que el movimiento de la Reforma Universitaria exigía para esa Facultad, que estuviera acorde con los nuevos tiempos. Faltaban poco minutos para las cinco y media de la tarde cuando la trágica noticia llegó al lugar donde nos encontrábamos reunidos y de inmediato la Universidad se estremeció de dolor y rabia. Enseguida, con un grupo de compañeros, tomamos una chivita de la ruta Chorrillo-Universidad y cuando llegamos al patio del Palacio Legislativo, nos enfrentamos a una lucha desigual. Al otro lado de la antigua Avenida 4 de Julio, hoy conocida con el nombre de la Avenida de Los Mártires, el ejército norteamericano, estratégicamente atrincherado, armado con potente equipo bélico, disparaba a diestro y siniestro en contra de un pueblo indefenso que contestaba el fuego asesino con piedras y palos. (Continuará).
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