El año 2006 terminó con sus claros y sus oscuros. Las tragedias causadas por accidentes fortuitos y los desastres naturales comprobaron que los panameños sacamos fuerzas frente a la adversidad y tenemos un impresionante espíritu de solidaridad.
Las muertes por el envenenamiento de medicamentos en la Caja del Seguro Social (CSS), el accidente del autobús que estalló en llamas en la capital, las inundaciones e incendios de fin de año confirmaron lo vulnerable que somos.
A pesar de estos tristes episodios, de las consecuencias están naciendo cambios.
La opinión pública está cada vez más conciente de la necesidad de modernizar el transporte público y acabar con el desorden que existe,
frente a un servicio que no reúne los mínimos requisitos de respeto a la
dignidad de los ciudadanos.
Un sistema de salud público moderno y eficiente dará paso a un tragedia que tiene en su historial las muertes de pacientes sobrerradiados, los fallecidos por la contaminación de los químicos en las diálisis y las bacterias nosocomiales que han estado amenazando a los hospitales del Estado.
El año 2007 tiene que traducirse en decisiones políticas, impulsadas por el gobierno y modernizar el transporte, impulsar un salto de calidad en la salud pública y mejorar los sistema de prevención frente a los desastres naturales, comunes ya en el calendario de la época lluviosa.
El año 2007 será el de los sobresaltos políticos, con las ambiciones de conocidas figuras del partido gobernante aspirando a recuperar el poder perdido y una oposición que se debate entre los individualismos, las cargas de historias sobre corrupción en el pasado y el oportunismo de algunos de sus dirigentes que se han paseado por varios gobiernos como fórmula cómoda para proteger sus intereses.
El Dialogo Nacional para el Desarrollo debe arrancar con el impulso del PNUD y algunos políticos que hacen amagos de no participar por egoísmos y cálculos electorales, para que se pueda combatir con eficacia la pobreza, la creciente delincuencia y una amenazante marginalidad.
No podemos darnos el lujo en el año 2007 de permitir otra huelga magisterial con pérdidas injustas de clases, ni radicalismos que amenazan el desempeño del Estado o el fortalecimiento de la democracia.