INQUIETUDES
Reflexiones
del Año 2000
Reitero las
gracias a Dios porque me ha permitido vivir 58 años y
ver crecer a mis hijos y nietos. La familia, como base de la
sociedad, es nuestro más firme baluarte y ella perdurara
orgullosa por los siglos de los siglos.
Quiero darle
gracias a Dios porque me ha permitido ver la alborada del tercer
milenio de la era cristiana y hasta este momento tener mi familia
unida.
E participado en las luchas nacionalista de nuestro pueblo
y no me arrepiento haber dado mi cuota de dolor porque en nuestra
patria brille el sol de las reinvindicaciones populares.
Conocí los escollos y amenazas por publicar artículos
que reclamaban la soberanía panameña en la Zona
del Canal. Esa época de intimidaciones de cercar por hambre
a los que fueran contra el "Stablement" se agudizó
en los años '50 y '60 en los que eran perseguidos los
disidentes del sistema. Cualquier postura patriótica,
le enarbolaba la bandera del anticomunismo y muchos panameños
hicieron causa común para doblegar la voluntad patriótica
de nuestra juventud progresista.
Quizás la actual generación no tenga conocimiento
de las dificultades que pasaron muchos jóvenes que enfrentarse
al espionaje de la embajada Yankee y sus tradicionales colaboradores
de la Guardia Nacional.
Por eso, ver este fin de siglo me llena de satisfacción,
ya que también e visto dos Jubileos y el adelanto tecnológico
de la humanidad.
Hace un año me retire por prescripción medica
de la Dirección de este diario pero en nueve años
que estuve al frente del tabloide de más circulación
en Panamá, pude alternar y ver el surgir de nuevos periodistas
que con presencia calificada se suman al prestigioso periodismo
panameño. Un detalle importante es que las mujeres han
conquistado está profesión y una de ellas, mi hija
Diamar, forma parte del elenco que edita este diario.
Aun en mi lecho de enfermo y movido por una silla de ruedas
me muestro optimista. Ni los tratamientos costosos de hemodiálisis
han podido doblegarme. Me aferro a la vida convencido de que
está es la voluntad de Dios y yo respeto sus sagrados
designios.
El periodista es para siempre periodista. Cualquier hecho
cotidiano lo motiva para seguir en la profesión sin querer
admitir que es la nostalgia lo que no lo deja abandonar definitivamente
este sacerdocio que es el periodismo. Y es que para no perder
vigencia el periodista tendrá que seguir escribiendo hasta
un instante después de que se acabe el tiempo.
Levantamos pues, el estandarte de la dignidad procurando que
nuestro norte sea la probidad, lo que se traduce como antorcha
y guía. Ahora que mi patria es soberana en todo su territorio
me permito murmurar una oración con el deseo de ser mejores
ciudadanos con la responsabilidad de contribuir a forjar la nación
panameña.
Reitero las gracias a Dios porque me ha permitido vivir 58
años y ver crecer a mis hijos y nietos. La familia, como
base de la sociedad, es nuestro más firme baluarte y ella
perdurara orgullosa por los siglos de los siglos.
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