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MENSAJE
Cuando menos se piensa
Carlos Rey
Sucedi� en el suroeste de Colombia durante la campa�a de Independencia que fue el �ltimo fulgor de la llamada �Patria Boba�. El sargento Perdomo hab�a abandonado las filas patriotas para pasarse a las realistas, pero quiso la suerte que al poco tiempo cayera prisionero de sus anteriores compa�eros de armas. El comandante patriota no tard� en ordenar que lo pusieran en capilla para ser fusilado. El soldado Espinosa, que ten�a s�lo dieciocho a�os, estaba sentado fuera de la puerta del calabozo haci�ndole la guardia al desertor cuando se le present� una hermosa joven con el cabello alborotado y las manos juntas en se�al de s�plica. Estaba llorando a mares, pero su llanto, en lugar de opacar la belleza de su rostro, le daba un singular atractivo. Era una hija del condenado, y ven�a a rogarle al joven soldado que le diera permiso de unas cuantas horas a su padre para ir a ver a su madre que se encontraba en un pueblo a orillas del r�o Pat�a. La desconsolada esposa estaba enferma de gravedad, y deseaba hablar por �ltima vez con su marido para saber cu�l era su voluntad en varios asuntos de importancia. Conmovido tanto por las l�grimas como por la insistencia y la sinceridad con que hablaba la bella joven, Espinosa vacil� y finalmente acept� la extra�a proposici�n. Con temor y temblor abri� la puerta del calabozo, pero no sin antes exigirles a los dos que prometieran no hacerlo quedar mal ante sus superiores. Fue un gran alivio el que sinti� aquel guardia cuando el sargento regres� obediente a las pocas horas de haber salido. Y esta vez quiso la suerte que esa misma noche los realistas contraatacaran y los patriotas se retiraran, �de modo que Perdomo qued� libre! Pasado un a�o, Espinosa fue a parar en la c�rcel de Popay�n. All� le toc� el turno a �l, pues los realistas lo pusieron en capilla. Pero de pronto oy� que alguien descorr�a los cerrojos y preguntaba por el alf�rez Espinosa. �Era nada m�s y nada menos que Perdomo! Si bien es cierto que no pudo conseguir que S�mano, el gobernador, pusiera en libertad a Espinosa, de todos modos se cree que su intervenci�n contribuy� a que, a �ltima hora, no fuera fusilado. Con raz�n que en sus memorias don Jos� Mar�a Espinosa, el abanderado de Antonio Nari�o y conocido retratista de Bol�var, el Libertador, concluyera: �Tengo por experiencia que el bien que se hace con buena voluntad, tarde o temprano es recompensado por un camino o por otro, y cuando menos se piensa.�1 Con estas palabras Espinosa dio fe de un principio b�blico que nos dej� San Pablo, y que con frecuencia se ha repetido en los miles de Mensajes a la Conciencia que se han escrito y transmitido hasta la fecha: �Cada uno cosecha lo que siembra.�2 Lo que no se ha citado tanto, que aqu� nos viene como anillo al dedo, son las palabras con las que el ap�stol Pablo concluye ese pasaje: �No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos...�3 1Eduardo Lemaitre, Historias detr�s de la historia de Colombia (Santa Fe de Bogot�: Planeta Colombiana Editorial, 1994), pp. 87-88. 2G� 6:7 3G� 6:9,10
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