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A ORILLAS DEL RIO LA VILLA
Las Patronales

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Santos Herrera

Desde el primer domingo de septiembre, el pueblo se prepara para organizar, bajo la direcci�n de la Junta de Mayordomos, las fiestas patronales. El a�o anterior, en la misa solemne del Santo, se leyeron los nombres de las personas responsables de la celebraci�n de las fiestas de San Miguel, que van del 28 de septiembre al 2 de octubre. Los mayordomos con arraigado entusiasmo, participan en las reuniones dominicales en horas de la tarde, y con orgullo pagan las cuotas pertinentes, que alfinal sirven para saldar todos los gatos que involucra la realizaci�n de una tremenda fiesta durante cinco d�as, para orgullo de los moradores y satisfacci�n de visitantes.

Los primeros signos que descubr�an mis ojos de ni�o interiorano, de que las patronales se aproximaban, era cuando mujeres campesinas llegaban al pueblo vendiendo nance por botellas y cuando muchachitos empezaban a pregonar por las calles, con sus platones en la cabeza, las siempre apetitosas pixbaes rayadas, que tra�an de Veraguas las chivas que todas las madrugadas part�an hacia Santiago con neveras llenas de mariscos y con centenares de gajos de pescado seco. Otras manifestaciones que alertaban mi intiici�n infantil de que las fiestas patronales se acercaban, era cuando empezaban a pintar las casas del pueblo, por lo menos los frontales y cuando cuadrillas de Obras P�blicas, de manera siempre apresurada, tapaban los huecos y cuneteaban las principales calles con una motoniveladora que se convert�a en la atracci�n de los ni�os que con asombradas miradas contemplaban sus movimientos de ara�a mec�nica. Tambi�n, las preocupaciones de las madres por los estrenos, indicaban que est�bamos a pocas dormidas de las fiestas. Sin embargo, o que s� nos dec�a con claridad que las patronales estaban a la vuelta de la esquina, era cuando los hombres, con alegr�a de parranda, llegaban a la plaza de los toros con salomas y gritos, anunci�ndole al pueblo que hab�an llegado con los estacones, que hab�an cortado de centenarios corot�es y con largas y verdes ca�azas, que garantizaban las tradicionales tardes de toros.

Cada vez que veo amontonadas las ca�azas en la plaza, recuerdo aquel triste d�a, en que ten�a guardado en el bolsillo de mi pantal�n de ni�o, tres reales. Por semana los hab�a ahorrado para gastarlos durante la fiesta. Jugando "tintibajo" con mis compa�eros, arriba de las ca�azas se salieron escurri�ndose entre la madera. Compungido abandon� el juego y le dije naa de mi desventura a mis amigos. Por m�s de una semana estuve de vigilia frente al mont�n de ca�azas hastas el d�a que cercaron la barrera y despu�s de retirarlas todas, con angustia y desesperaci�n busqu� entre las bruscas y cansado de purgar, al fin encontr� uno por uno los tres reales perdidos. Esos quinece centavos fueron la llave que me introdujeron al mundo de los dulces, raspados y sodas que se venden en las patronales.

 

 

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Las cantaderas de mejorana son la atracci�n de los grandes festivales

CREO SER UN BUEN CIUDADANO

Sin embargo, no soy consistente al jugar

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