A diario los medios publicitarios anuncian nuevos descubrimientos en todos los campos del saber humano. Como que todo lo que la mente humana imagina, también realiza. �Por qué se dirá entonces que no hay nada nuevo bajo el sol?
El Dr. Leen Macon, en un editorial de un importante periódico de Alabama, Estados Unidos, dijo: �Vivimos en el centro de los años antiguos. Cuando bebemos agua, experimentamos algo con la naturaleza que tiene millones de años, y cuando miramos al sol en su amanecer, somos testigos de la vista más antigua del universo. No hay nada nuevo bajo el sol.
El sabio Salomón también contempló el universo y escribió: �Generación va, generación viene, mas la tierra siempre es la misma. Sale el sol, se pone el sol, y afanoso vuelve a su punto de origen para de allí volver a salir. Dirigiéndose al sur, o girando hacia el norte, sin cesar va girando el viento para de nuevo volver a girar.... Lo que ya ha acontecido volverá a acontecer; lo que ya se ha hecho se volverá a hacer �y no hay nada nuevo bajo el sol! (Eclesiastés 1:4-6, 9).
No, no hay nada nuevo bajo el sol. Las agonías que sufrían nuestros antepasados son las mismas que sufrimos hoy. Las inquietudes e incertidumbres de nuestros progenitores son las de todo tiempo. Los padres les piden a sus hijos que busquen el buen camino. Las madres les piden a sus hijas que no sigan el rumbo equivocado. La gente sigue pecando, y el clamor de su angustia no es más que una repetición del dolor de Adán y Eva.
Lo cierto es que nada ha cambiado. Nada es nuevo. El hombre que ha alcanzado su posición gracias a sus propios esfuerzos sigue lleno de arrogancia, soberbia y altivez. Pero hay otra cosa que tampoco ha cambiado. Las mismas consecuencias que sufrieron nuestros antepasados, las mismas desventuras, las mismas derrotas y los mismos fracasos, son también los que sufrimos hoy en día. Es que la ley de la vida es tajante. La misma semilla siempre producirá la misma cosecha.
�Podrá el hombre detener este ciclo vicioso que destruye su vida? No en sentido universal, pero sí en sentido individual. La persona que se arrepiente y vuelve a Dios experimentará el poder creador divino, y entonces habrá algo nuevo en ese ser. La Biblia lo llama una �nueva creación�. El Señor quiere que cada uno de nosotros llegue a ser una nueva criatura. Volvámonos a Dios.