Casi todos sabemos que a esta mesa le falta una pata. Y nadie se atreve a decir que la policía debe ocupar su lugar antes que sea demasiado tarde y la delincuencia nacional e internacional se tome hasta los sanitarios de nuestras casas. Necesitamos una institución policial guiada por un militar de carrera. Pocos policías y mucho maleantes son los que están a gusto con el derramamiento de sangre, y el pánico que se vive en Panamá debido a que se cumplen quince años, que la primera organización de seguridad nacional camina como una arriera sin antenas. A los guardias les encanta traquear sus botas antes sus superiores, con orgullo, disciplina y autoestima.
Desde que los "guardias" perdieron la beligerancia adecuada, el país comenzó a desgranársenos entre las manos. La dictadura del PRD y los militares cayó, pero la guardia nacional debió seguir junto con todos sus estamentos de seguridad apegados a la ley. En Chile, Pinochet fue peor que los nuestros, pero el ejercicio sigue, en Paraguay qué no hizo Strossner por más de treinta años, lo derrocaron, pero el ejército continuó.
Estamos casi seguros, que la democracia no peligrará en absoluto, si le ponemos la pata que le falta a esta mesa en donde podemos compartir todos los panameños y los nacionales de otros países que conviven con nosotros. Necesitamos reformas valederas, no inventar patrias nuevas ni llover sobre mojado con nuevos impuestos cuando lo correcto es saber recolectar y gobernar sin recular tanto como lo hace este gobierno de poca planificación.
Por la pata que nos falta, el país es un escenario tambaleante con una población que sólo se tapa la cara por lo que está ocurriendo, mientras el sistema ofrece el caldo de cultivo para que el pueblo siga sumergido en una noche interminable de inseguridad e irrespeto.
En Panamá, se perdió mucho del control de la seguridad nacional. Antes que se aferrara la dictadura del PRD y sus militares, la vieja Guardia Nacional controlaba los negocios sensibles, ahora por ley una red de funcionarios otorgan esos permisos llenándose la geografía nacional de bodegas y cantinas, trayendo como consecuencia que no haya mañana sin ajusticiados, balaceras, robos, peculados, abusos y quejas. Y, como contrapartida al desastre nacional los gobiernos responden con las mismas excusas y curitas baratas de siempre. Tratemos de acomodar al país, con una institución militar fuerte apegada a la ley.
