La sangrienta guerra civil de los Estados Unidos, entre el Norte y el Sur, no se llevó a cabo por motivos sentimentales, tendientes a la liberación de los negros esclavos en los Estados sureños. La misma tuvo lugar por motivos económicos.
Los norteños deseaban acabar con la competencia desleal de los sureños, que movían su incipiente industria con mano de obra esclava, mientras que el norte se industrializaba a pasos agigantados, pero a costa de cuantiosas inversiones en salarios a los obreros.
Ese cuento de que la novela de Harriet Beecher Stone, "La Cabaña del Tío Tom" fue el motor que desató la conflagración, es parte de esa leyenda romántica.
Lincoln tuvo una clara visión de las consecuencias que sobrevendrían al triunfar el norte, lo cual era indudable debido al poderío industrial de esa sección del país. Desde el principio de las acciones bélicas, el presidente Lincoln se devanaba los sesos pensando qué hacer con los negros que quedarían en libertad al ser derrotados sus amos.
El presidente de los Estados Unidos desde mediados de la guerra pensó en trasladar a los cientos de miles de esclavos libertos hacia algún territorio centroamericano. De acuerdo con sus ministros y asesores, el lugar escogido para establecer esa colonia sería la provincia de Chiriquí, para lo cual tendrían que llegar a un acuerdo con Colombia, nación a la cual pertenecía el istmo de Panamá.
PROYECTO EN MARCHA
Al finalizar la guerra civil en 1865, Lincoln empezó a solucionar el problema creando una nación en Africa denominada Monrovia. Pero quedaba un remanente considerable de esclavos libertos deambulando por los caminos, afrontando un destino incierto.
Ahora tendrían que trabajar para procurarse el sustento diario. Antes, sus amos les daban alimentación, vivienda y ropa. El presidente comprendió que nunca negros y blancos podrían vivir en paz y previó las sangrientas diferencias que surgirían, por lo cual aceleró su proyecto referente a Chiriquí.
Lincoln encomendó al senador William Pomeroy la organización y dirección del proyecto. El asunto parecía más fácil de lo que se pensó. Por aquella época deambulaba por Washington uno de esos aventureros que nunca faltan, Ambrosio W. Thompson, quien poseía una concesión otorgada por la Cámara Provincial de Chiriquí, con fecha del 31 de diciembre de 1852, por medio de la cual se otorgaba a Thompson el privilegio para construir una vía interoceánica a través de dicha provincia y Bocas del Toro mediante un camino de tablones entre el río David y la costa Atlántica.
INTERES NACIONAL
La Compañía del Ferrocarril de Panamá se opuso a los proyectos del aventurero Thompson y elevó su protesta al gobierno de Bogotá. Pero estas protestas no prosperaron porque Washington intervino. El gobierno estadounidense le manifestó a Bogotá en duros términos que el asunto de Chiriquí era de "interés nacional".
Thompson traspasó sus derechos al gobierno estadounidense. Le pagaron 500 mil dólares, por 5 mil acres de terreno ubicado en la provincia de Chiriquí que Thompson había negociado con la Cámara Provincial de Chiriquí. En esos miles de acres iban a establecer a los negros libertos.
"GENTE DE BIEN"
Para atenuar cualquier protesta por parte de Colombia, el gobierno norteamericano dijo que los negros que se asentarían en Chiriquí, serían de buenas costumbres, con experiencia en agricultura y artes manuales. El presidente Rafael Núñez, de Colombia se inclinaba por aceptar que Chiriquí se convirtiera en tierra de negros esclavos, cuando un suceso inesperado vino a echar por tierra el proyecto.
