FAMILIA
Narc�ticos an�nimos
Joaqu�n Arias
Cr�tica en L�nea
Normalmente, cuando compartimos este paso, el oyente compartir� tambi�n algo de su historia personal y descubriremos que las cosas sobre nosotros, que pens�bamos que eran tan horribles o diferentes, no eran tan especiales. Al ver la aceptaci�n de nuestro confidente, nos damos cuenta que podemos ser aceptados tal como somos. Puede que sea dif�cil acordarnos de todas nuestras faltas. No obstante, hacemos lo que podemos para poner nuestro mayor esfuerzo. Empezamos a experimentar verdaderos sentimientos personales de una naturaleza espiritual. Donde antes ten�amos teor�as espirituales. Este examen inicial de nosotros mismos nos revelar� cosas que por lo general no nos gustan. De todas maneras, afrontando estas cosas y sac�ndolas a la luz del d�a nos permite tratarlas constructivamente. No podemos efectuar estos cambios solos. Necesitamos la ayuda de Dios, tal como lo concebimos y la comunidad de Narc�ticos An�nimos. "Estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminase todos estos defectos de car�cter". �Por qu� pedir algo para lo cual no estamos preparados. Esto ser�a buscarse complicaciones. Cu�ntas veces, nosotros que somos drogadictos, busc�bamos recompensa a labores duras sin haberlas hecho. Es la buena voluntad por lo que luchamos en el sexto paso. La sinceridad con que trabajemos este paso ser� proporcional a nuestro deseo de cambiar. �Queremos de verdad deshacernos de nuestros resentimientos, de la c�lera, del miedo ? Muchos nos aterramos a los temores, a las dudas, al odio hacia nosotros mismos o al aborrecimiento de otras personas porque el dolor que no es familiar inspira una cierta, aunque deformada, seguridad interior. Parece m�s seguro lo que se conoce, m�s que abandonarse a lo desconocido. Debemos deshacernos de nuestros defectos de car�cter de una forma decidida. Sufrimos porque sus demandas nos debilitan. Con el orgullo que ten�amos, ahora vemos que es la arrogancia lo que nos domina. Los que no somos humildes, ahora nos vemos humillados. Siendo codiciosos, nunca nos sentimos saciados. Mientras antes nos las apa�abamos con el miedo, la ira, la falsedad o la autocompasi�n, ahora nos damos cuenta de que nublan nuestra capacidad de pensar l�gicamente. El ego�smo se vuelve una cadena intolerable y destructiva, que nos ata a nuestros malos h�bitos. Nuestros defectos llegan a consumir todo el tiempo y toda la energ�a de que disponemos. Examinemos el inventario que hicimos en el cuarto paso, mirando muy detalladamente lo que estos defectos logran hacer de nuestras vidas. Comenzaremos a experimentar el deseo de liberarnos de ellos. Rezamos, o al menos estamos dispuestos, preparados y receptivos, para dejar que Dios elimine tan nefastos rasgos de nuestra personalidad. Necesitamos cambiar de personalidad si queremos permanecer limpios. Queremos pues cambiar.
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