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Confieso. Muy poco me gusta hablar sobre lo que vemos en televisión, algunas veces por respeto a los compañeros, otras por respeto al público y otras tanto porque laboro a tiempo completo en una planta de televisión y emito un programa, en donde intento clasificar lo que enseño a mis alumnos y lo que demuestro a mis lectores.
Nos impidieron a algunos conductores de programas continuar en el servicio al público por falta de licencia y según el Ente Regular, la Universidad de Panamá ofrecía unos cursos y talleres que acreditaban al poseedor apto para recibir su identificación �Locutor Nacional de Panamá�. Medida absurda e ilógica. Un locutor es un profesional que debe tener una muy buena voz, una dicción aceptable, matices y tonalidades que refresquen a los que les oyen. Eso es un locutor. Un César Sanjur, Edgar Sánchez Romero, Zelideth Rosales, Bosco Vallarino, Lucho Gotti, Fernando Navas o recordar a un Sixto Luna, Adolfo Legendre, Carlos Reyán, locutores que su trayectoria permanecerán en el recuerdo de los que tuvieron el placer de escucharles.
Pero no, ahora el Ente autoriza a los que reciben su título de licenciado en Comunicación Social, quién ha dicho que eso les acredita. Hay que estudiar y perfeccionar el uso de la voz. También se permite a algunos advenedizos que aparezcan como artistas y por eso se les permite que hablen en la radio y la televisión. Ahí tenemos el programa de los �Waping� y los de la �Boca Llena�, esos no son locutores. Deben asistir a cursos. Yo me ofrezco, porque no soy modesto, a brindarles un taller o un seminario a todos esos jovencitos sin cobrarles absolutamente nada para que mejoren su estilo de vida en esta noble profesión.
Narradores de noticias, gritones, sin el mínimo respeto para el televidente, voces disonantes y desagradables, llenos de muletillas, desconocedores del idioma. Algunos otros conversan como si se les estuviera persiguiendo, sin percatarse que la voz es la carta de presentación. Que la voz es la que abre puertas. Hay un evidente mal uso de acuerdo al tiempo en que vivimos y creemos que nadie nos escucha y por eso nos apresuramos al hablar. Las pausas no se llenan.
Nos empeñamos en hacer telenovelas y cuadros dramáticos alejados de una verdadera información escénica. No todo el mundo puede ser actor. Esos también hay que estudiarlo. Empeñémonos en mejorar y que los demás también mejoren para bien de la comunidad. |
