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<b>Querido(a) Hermano(a): Conozcamos el Evangelio de la Vida para comprometernos en mejorar la relación familiar, que nos llevará a vivir esta Buena Noticia en nuestra comunidad, vecindad o barrio.
La familia es la célula básica de la comunidad cristiana y de la sociedad en general. En ella se viven por primera vez, el amor, la fraternidad, la relación con los demás, los valores, la solidaridad, la comprensión y tantas otras virtudes y valores que cimientan la vida familiar y social, esta es la estupenda novedad que descubrimos en La Palabra de Dios y nos invita a caminar en la verdad, cultivando vivencias gratificantes que fortalecen la relación de la familia, preparándola para enfrentar los retos y las dificultades que la ida conflictiva de hoy, nos presenta.
La familia que acoge y anuncia la Buena Nueva, descubre en ella, los elementos vitales para hacer de la cotidianidad,, un camino sólido y es capaz de enfrentar los conflictos con serenidad, sabiduría y esperanza. Su testimonio de vida es en sí mismo luz para su comunidad. Los miembros de la familia se evangelizan mutuamente y crecen con una disposición al servicio, a la entrega, a la solidaridad.
La familia que se evangeliza y se hace evangelizadora, se hace fuerte en la fe, fortalece su relación y edifica a su comunidad y hace germinar abundantes frutos buenos: de amabilidad, de compromiso que le son agradables al Padre. Tanto los padres como los hijos son luz en la comunidad, porque están abiertos a la voluntad de Dios, saben descubrir los signos de los tiempos y aceptan los retos que se les presenta. Acepta el bien, no sólo para sí misma, sino que busca el bien común para todas las familias que le rodean.
Los esposos y padres de una familia que cultivan su espiritualidad familiar en su realidad interna y que se expresa a través de su unidad, de su santidad personal y como pareja, a través de una vida abierta que no se cierra en el marco del tú y yo sino que se compromete en la comunidad, renuevan su sacramento matrimonial con cada uno de estos actos, y su amor fundamentado en el amor de Dios, engendrado en las entrañas mismas de la misericordia, darán abundantes frutos en su vida conyugal y comunitaria.
La familia cimentará en la verdad, la fe de su prole, nadie podrá confundirlos y enfrentarán la vida con buenas decisiones, viviendo virtudes y valores. El porvenir de la humanidad está en manos de las familias que saben dar a las generaciones venideras razones para vivir. |
