CONSULTORIO MEDICO Cuando se pierde el sentido del olfato

Dr. Hiller
Estimado Dr. Hiller: Tengo 83 años y noto que apenas si tengo sentido del olfato. ¿Debo pensar que es una característica propia de mi avanzada edad?. Estimado lector: Es normal que con la edad se produzca cierto grado de pérdida del sentido del olfato. Aún así, si la pérdida es significativa quizá no deba atribuirse a los achaques de la edad sino más bien a otras posibles causas. Aunque muchos animales deben tener muy buen olfato para sobrevivir, este sentido es menos importante en los seres humanos. Los seres humanos pueden percibir entre 2.000 y 4.000 olores. Se calcula que pasan de los dos millones los estadounidenses con deficiencias en el sentido del olfato. Muchas de estas personas aún pueden oler, pero sus capacidades olfativas están mermadas a causa de una enfermedad llamada hiposmia ("poco olfato" en griego). Algunas personas llegan a perder completamente su capacidad para oler pues padecen anosmia (que en griego significa "sin olfato"). La disfunción olfativa reduce la capacidad para disfrutar de olores agradables y crea inseguridad ya que no se detectan los malos olores corporales o del hogar. Quizá lo más importante sea que estas personas no puedan detectar riesgos por el olor tales como un incendio, alimentos en malas condiciones o una exposición a determinadas sustancias químicas. En el hogar, las muy peligrosas fugas de gas quizá no sean detectadas por dichas personas incapaces de oler el compuesto oloroso añadido al gas. En estas circunstancias, deben instalarse detectores especiales para alertarlos en caso de que se produzcan elevadas concentraciones de gas en sus casas. El sentido del gusto y el del olfato están estrechamente conectados. El verdadero gusto se limita a la percepción de lo salado, lo dulce, lo amargo, lo agrio y quizá los gustos metálicos a través de los poros gustativos en la boca y en la garganta. Lo que muchos comúnmente llaman como gusto es en la actualidad una combinación de todos esos gustos y olores conocidos como sabor. Más del 75% del sabor de los alimentos hoy en día se atribuye al olor y muchas personas que se quejan de haber perdido el sentido del gusto sólo padecen pequeñas deficiencias en el sentido del olfato. Los investigadores del Centro del Gusto y del Olfato de la Universidad de Pennsylvania compararon las quejas de los pacientes en una prueba objetiva, olfativa y gustativa realizada a 750 personas. Mientras el 9% de los pacientes creían que su problema era sólo la pérdida del gusto, la prueba objetiva reveló que sólo el 1% de ellos sufría únicamente pérdidas en el sentido del gusto. El 58% dijeron padecer deficiencias tanto en el sentido del gusto como en el del olfato, aunque dicho extremo sólo pudo confirmarse en el 3% de ellos. Los resultados de este estudio fueron publicados en el número de mayo de 1991 de la revista especializada Archives de Otolaryngology-Head and Neck Surgery. Las pérdidas en el gusto y en el olfato disminuyen directamente la capacidad para disfrutar los alimentos y pueden llevar a adquirir hábitos dietéticos muy poco saludables. Los enfermos suelen compensar estas deficiencias aumentando la cantidad de sal y/o azúcar en su dieta. Esto puede ir en detrimento de los pacientes que tengan la tensión sanguínea alta, irregularidades cardíacas, diabetes o enfermedades renales. El apetito puede perderse drásticamente, disminuyendo así la ingesta de alimentos con la consiguiente pérdida no deseada de peso. Las causas de la pérdida del sentido del olfato son variadas. Aproximadamente en un 40% de los casos el origen se encuentra en infecciones del sistema respiratorio superior o en enfermedades nasales o de las mucosas. Algunos traumas craneales también pueden ser una causa normal de las pérdidas en el olfato, suponen un 15% de los casos de hyposmia/anosmia. Otras causas de la pérdida del olfato pueden ser debidas a la meditación, al tabaco, a la radioterapia, a la exposición a agentes químicos o a enfermedades neurológicas como son el Parkinson, la enfermedad de Huntington, y el Alzheimer. En un 20% de los casos no ha podido esclarecerse sus causas. Cada año más de 200.000 personas consultan a un doctor sobre pérdidas en el sentido del gusto y del olfato. Incluso teniendo en cuenta que el sentido del olfato normalmente comienza a menguar pasados los 60 años y que las personas que se quejan de deficiencias significativas son en su inmensa mayoría ancianos, no por ello no han de realizarse las investigaciones correspondientes. Muchos médicos, especialistas de oído, nariz y garganta, llamados otorrinolaringólogos, están capacitados para diagnosticar a las personas que hayan perdido capacidades olfativas y gustativas. Además, hay un amplio abanico de instituciones y recursos médicos en los Estados Unidos especializados en los desórdenes del gusto y del olfato. Los análisis básicos consisten en un estudio del historial médico del paciente, relacionando toda infección viral o bacterial que se hubiera podido producir en el mismo periodo en que se detectó la pérdida del olfato, realizando pruebas olfativas, examen ocular de la parte superior de la nariz con una endoscopia y, en caso de que no se haya descartado otra enfermedad, hacer topografías por computadora (escáner CT) o resonancias magnéticas (MRI) puede ser de gran ayuda para comprobar cualquier cambio dentro del cerebro. En ocasiones el sentido del olfato puede volver por sí mismo o puede restablecerse al desaparecer la enfermedad subyacente que lo provocó. Aproximadamente un tercio de los casos requieren un tratamiento consistente en eliminar o paliar en lo posible algún tipo de obstrucción o una infección. Si hay pólipos nasales, deben ser eliminados quirúrgicamente, aunque a veces pueden volver a aparecer. Incluso cuando la pérdida en el sentido del olfato no requiera tratamiento, los pacientes se beneficiarán de los consejos médicos respecto a una dieta saludable de cara a compensar la pérdida del sabor, o sobre las enfermedades subyacentes, y con ello puede que se produzca una mejoría sustancial.
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En ocasiones el sentido del olfato puede volver por sí mismo o puede restablecerse al desaparecer la enfermedad subyacente que lo provocó. Aproximadamente un tercio de los casos requieren un tratamiento consistente en eliminar o paliar en lo posible algún tipo de obstrucción o una infección. Si hay pólipos nasales, deben ser eliminados quirúrgicamente, aunque a veces pueden volver a aparecer. Incluso cuando la pérdida en el sentido del olfato no requiera tratamiento, los pacientes se beneficiarán de los consejos médicos respecto a una dieta saludable de cara a compensar la pérdida del sabor, o sobre las enfermedades subyacentes, y con ello puede que se produzca una mejoría sustancial.
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