El lunes se inició oficialmente el período escolar y uno de los problemas además del estudio, a que deberán enfrentarse tanto los niños, niñas y adolescentes, es el verdadero desafío que significa ir a los servicios tanto para orinar, como para defecar. No hay duda que la mayoría de los sanitarios, tienen un aspecto deprimente y el hedor que despiden, es bastante penetrante.
La revista The Journal of Child: Care, Health and Development, publicó un interesante estudio sobre escolares entre 9 y 11 años de Inglaterra y Suecia, donde se destaca cómo ellos evitaban ir a los baños, porque lo consideraban sucios y una fuente de infecciones. Algo muy similar a lo que sucede en Panamá.
Los médicos no consideran precisamente como una broma, los efectos de resistir los deseos de orinar, y dicha revista, hace énfasis en las niñas, quienes al sobredistender sus vejigas, se exponen a elevar su riesgo de contraer infecciones urinarias por retener la orina. Adicionalmente, las niñas sufren pequeños orines, que al humedecer la zona genital, aumentan el riesgo de infección y de hongos. La cosa se pone más grave cuando las niñas tienen que defecar, ya que este mecanismo de evacuación tiene una serie de procesos anatómicos y fisiológicos que van perfectamente enlazados y que se alteran por la contingencia exagerada. Por lo tanto, se necesita que los padres de familia y las autoridades educativas emprendan una campaña que implique no sólo baños limpios, sino, una alimentación rica en fibras, evitando el consumo excesivo de alimentos en el desayuno y de astringentes como el chocolate, el queso y el arroz. |