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A ORILLAS DEL RIO
LA VILLA
¿El
pobre no es gente? (II)
De más
está decir que en la farmacia del Seguro Social no había
ninguno de los tres medicamentos recetados, por lo que el jubilado
se vio obligado a comprarlos en una farmacia particular, y como
en Panamá el precio de la medicina es el más alto
del mundo, tuvo que pagar B/.27.80. Esto, sumado a los B/.20.00
de la primera cita, más los B/.10.00 de la segunda cita
que se efectuó tres días después, más
B/.22.00 que gastó en nuevos medicamentos, arroja un total
de B/.79.80 que se vio obligado a sufragar a fin de curar el
terrible padecimiento, que le causaron unos polvillos de un guandú
seco.
Termina expresándome el jubilado: -y sobre esto quiero
hacer énfasis, por considerar que es lo medular del comentario-,
que él, que pagó por más de cuarenta años
Seguro, tenga a estas alturas que gastar casi la totalidad de
su quincena en pagar médico y comprar medicinas; es algo
incorrecto e injusto desde todo punto de vista. Y está
en lo cierto, ¿hasta cuándo va a continuar la deficiencia,
de que en las farmacias de la Caja de Seguro Social el asegurado
jamás consigue medicinas caras, por lo que tiene que sacar
dinero donde no tiene para comprarlas?, ¿Por qué
solamente se consiguen medicamentos baratos como motrín,
acetaminofén, dimetap, gastrigel, malox, placil, mesopín,
mentolathum, tiamina y otros?. Si modificaron la Ley Orgánica
de la Caja de su antojo, en perjuicio de los asegurados, ¿por
qué faltan tantas medicinas?. Y otras preguntas. Si lo
relatado por mi amigo le hubiera sucedido a uno de los millares
de ciudadanos humildes de nuestra Patria, que no pueden disponer
de B/.79.80, para pagar la cura de una infección del ojo,
¿quedarían tuertos, ciegos o con graves trastornos
cerebrales?. ¿Es que acaso, en este país, el pobre
no es gente?.
De conformidad a las actuaciones de los últimos gobiernos,
todo parece indicar que el pobre parece gente, pero que no lo
es. Se han nombrado comisiones a todos los niveles y con participación
de todos los sectores que tienen que ver con el elevadísimo
precio de las medicinas en nuestro país, y no ha sido
posible lograr una rebaja sustancial. Muy por el contrario, cada
vez que se intenta una disminución, siempre resulta infructuosa
y como cuestión del diablo, de inmediato se encarecen
los medicamentos en las farmacias. Siempre se termina señalando
que aquí en Panamá es imposible rebajar las medicinas
que mantienen precios hasta por encima de mil por ciento, ya
que estas son elaboradas por transnacionales farmacéuticos
que son las culpables de los elevados precios que tiene que pagar
el consumidor. Es decir, que países subdesarrollados como
el nuestro, son víctimas de los poderosos laboratorios
y farmacias que mantienen el monopolio de la producción
mundial de medicamentos dirigidos por empresas de E.E.U.U. y
Europa. A todo esto hay que añadirle, el agravante de
que los intermediarios y distribuidores aumentan aún más
el precio de la medicina, haciéndola por ende, la más
cara del planeta.
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