Pastrana arriesga su futuro político
en búsqueda de la paz
Pastrana se juega el todo por el todo con
el proceso de paz que inicia mañana.
Foto Archivo
Bogotá
AFP
El presidente colombiano
Andrés Pastrana se lanzó en una arriesgada aventura en la
que ha empeñado todo su capital político, al comprometerse
decididamente en la búsqueda de la paz con las guerrillas izquierdistas,
cuyo largo y espinoso camino inicia el próximo jueves.
Al cumplir cinco meses de haber asumido el gobierno, este mandatario
conservador de 44 años se sentará a la mesa con la más
poderosa y antigua guerrilla que subiste en América: las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxista).
El escenario de ese histórico hecho, al que se espera acudirá
el legendario líder de las FARC, el septuagenario Manuel Marulanda
("Tirofijo"), será la lejana y empobrecida población
de San Vicente del Caguán, distante 700 km al sur de Bogotá.
En una arriesgada decisión política que fue la primera
muestra de su empeño de paz, Pastrana tuvo que ordenar la desmilitarización
de 42,000 km2 del sur del país exigidos por las FARC como zona de
seguridad para la realización de las conversaciones.
Pero ese no fue el primer acto que evidenció sus propósitos.
Ya elegido presidente de la República pero antes de asumir el cargo,
en una audaz acción acudió a uno de los campamentos del grupo
rebelde para proponerle a Marualanda que se sentaran a hablar.
En ese encuentro pactaron el despeje militar de cinco municipios del
sur del país desde el 7 de noviembre hasta el 7 de febrero, sin que
Pastrana recibiera ninguna contrapartida de las FARC.
Pese a las críticas de algunos sectores políticos que
lo acusaron de estar "entregándole el país" a las
FARC, que además se negó a cesar el fuego como una muestra
de su voluntad de paz, Pastrana siguió adelante aceptando que "la
paz había que buscarla en medio de la guerra".
Además debió admitir, en un hecho sin precedentes, que
guerrilleros de las FARC ingresaran al estratégico batallón
Cazadores, localizado a las afueras de San Vicente, para que comprobaran
la ausencia de efectivos militares.
Ese acto provocó el malestar de la cúpula militar, que
sin embargo debió aceptarlo ante la advertencia del grupo insurgente
de que no habría diálogo sin "verificación"
total de la desmilitarización.
Los 42,000 km2 desmilitarizados fueron inmediatamente ocupados por más
de 2,500 guerrilleros fuertemente armados, que ejercen el pleno control
de la región, pese a la permanencia de los alcaldes de los cinco
municipios que integran lo que ha denominado el gobierno "zona de distensión".
Paulatinamente Pastrana ha ido moviendo sus fichas en el complicado
tablero del ajedrez de la paz, y luego de defender celosamente su exclusividad
en el manejo del proceso, sorprendió con el nombramiento de sus delegados
a los diálogos con las FARC.
Con la designación de éstos, el lunes, prácticamente
involucró a todos los sectores del país en el proceso, pues
nombró al presidente del Congreso, el conservador Fabio Valencia;
a la ex canciller y ex candidata vicepresidencial liberal, María
Emma Mejía; el empresario Nicanor Restrepo; y el gobernador del departamento
del Atlántico (norte), Rodolfo Espinosa.
De esta forma Pastrana no sólo se aseguró un amplio respaldo
a sus deseos de paz, sino que desde ya minimizó el latente riesgo
político de un eventual fracaso.
Consciente de que la resolución del complejo conflicto interno
de Colombia trasciende las fronteras nacionales, Pastrana tampoco ha descuidado
el plano internacional.
Aparte del valioso apoyo de varios países de la región,
especialmente los fronterizos -inquietos por el avance de la guerrilla-,
Pastrana obtuvo el fundamental respaldo del gobierno de Estados Unidos,
el principal socio comercial de Colombia y tradicionalmente más preocupado
por el problema del narcotráfico que por el de la guerrilla.
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