Así comenzó el 9 de enero
Por Napoleón de Bernard Sorto
Crítica en Línea
Hoy después de 35 años y haber efectuado algunas reflexiones, he decidido escribir sobre los verdaderos hechos del 9 de enero de 1964. Lo escribimos como un testimonio y expresión de que los institutores no acostumbramos a dejar tareas sin culminar. Aquella hermosa tarde del 9 de enero de 1964, al inicio de la última clase de química impartida por el profesor Rubén Oro, un grupo de alumnos graduandos del VI año "B", aprovechando el fin de curso, puso en ejecución las acciones acordadas el viernes dos de enero. Recorrimos los otros salones buscando el respaldo de nuestros condiscípulos. Seguidamente nos reunimos en las oficinas de la Rectoría, donde solicitamos la entrega de nuestra gloriosa bandera tricolor. Era la misma bandera que empuñaron héroes estudiantiles y que estaba manchada con la sangre de los otros mártires. La mística institutora es el resultado de la labor de nuestros padres y nuestros maestros que cultivaron en nosotros los auténticos valores sobre los cuales se cimienta el pasado, el presente y el porvenir de la patria. A ello se debe el papel estelar de la muchachada institutora en el rechazo del Tratado Filós-Hines en 1947 y su oposición a la intervención norteamericana durante la lucha inquilinaria en 1925. El Rector, profesor Dídimo Ríos entrega a la comisión designada la bandera solicitada. Todas las comisiones estaban bien organizadas, con funciones específicas como la de confección de pancartas con consignar respetuosas, nacionalistas y patrióticas; la de recorrer las aulas de clases exhortando respaldar la manifestación; la de solicitar la bandera en la rectoría; la de comunicar a diferentes autoridades como el Ministerio de Relaciones Exteriores la salida de nuestra manifestación; y la que controlaría la penetración de infiltrados y saboteadores. Eramos inicialmente unos 80 institutores. Posteriormente se nos fueron sumando más aguiluchos. Los oradores en las escalinatas de la entrada y salida principal del Instituto Nacional explicaron el interés principal de iniciar el recorrido. Dieron las consignas a corear. Los discursos manifestaban la convicción de que nos correspondía como institutores la patriótica misión de reafirmar nuestra soberanía, ya que el derecho a enarbolar nuestra enseña patria nos asistía. Solicitaron cordura, respeto y serenidad a través de toda la manifestación. Orgullosamente caminamos más de doscientos institutores de ambos sexos hacia la antigua Zona del Canal. Nuestra misión era exigir el cumplimiento del acuerdo suscrito en enero de 1963 entre los gobiernos de Panamá y los Estados Unidos, por los presidentes Roberto F. Chiari y John F. Kennedy. Allí se garantizaba que donde se izara una bandera norteamericana en la antigua zona del canal flamearía en igualdad de condiciones nuestro emblema patrio. Este acuerdo no lo estaba ni querían cumplir, principalmente los estudiantes "Zonians" que se negaban a izar la bandera panameña frente a las escuelas de la antigua zona del canal. En nuestro recorrido pasamos frente al Hospital Gorgas guardando silencio y total respeto. Seguidamente llegamos a la residencia del gobernador General Robert J. Fleming y cantamos el Himno Nacional guardando siempre la mayor compostura. Siempre fuimos seguidos por radio-patrullas con policías "Zonians". Al llegar a las escaleras que van hacia el monumento a Goethals, fuimos detenidos por un cordón de policías yankees armados con escopetas de perdigones, revólveres 38 y 357, pistolas 45 y 9mm., gases lacrimógenos, cascos y largos toletes. Nos esperaban en actitud agresiva, hostil, contraria al del buen socio y amable vecino. La indignación se refleja en nuestros rostros, pero muy tranquilos y con serenidad solicitamos dialogar con el jefe de los policías gringos. Se acercó el comandante Gaddy Wall, crecido por el griterío de los exaltados estudiantes de la escuela secundaria de Balboa y respaldados por el director del plante David Spears. Luego de negociar los institutores con los intrusos, se decide permitirle el paso a los siguientes 6 estudiantes graduandos: Eligio Carranza, César Villarreal, Napoleón de Bernard Sorto, Luis Vergara, Inocencio García y Alcibíades Picota con la misión de cantar el Himno Nacional e izar la bandera panameña. Se nos garantizó el cumplimiento de nuestra misión protegidos por la escolta asignada por la advertencia dada a los zonians de arrestar a cualquiera de ellos que intentara agredirnos. Fuimos abucheados, empujados, insultados y provocados en nuestro caminar hacia el asta de la bandera donde habían concentrados más de 2,000 norteamericanos que no nos permitieron cantar el Himno Nacional ni izar nuestra bandera. Ondeaba sólo una bandera, y no era la nuestra. Tanto el jefe de la policía y nuestra escoltar protectora se convierten en represivos y nos gritan con más fuerza, nos empujan con más odio y en forma desafiante sonaron las rechiflas. Con valor repetíamos la consigna de no dejarnos arrebatas, tirar al piso o romper nuestra bandera. Ellos sí cantaron el himno nacional de los Estados Unidos, sentimos los manoteos, la actitud de la policía zoneíta que contrario a lo acordado de protectores pasaron a agresores. No escucharon nuestros reclamos, por el contrario, se sumaron a los enloquecidos zonians exigiéndonos que regresáramos. Nos dieron toletazos, patadas y empujones. No se nos permitió caminar como seres humanos o en la forma que llegamos. De repente, un policía zonian, en la desesperación por sacarnos del área, rompe la bandera al pegarle fuertemente con el tolete. Indignado yo reacciono dándole un puñetazo al policía, y me fajo con todos los que estaban a mí alrededor. Los otros 5 compañeros retroceden para salvar la bandera y el estandarte. Golpeados llegan a buscar respaldo de la muchachada frenada en la retaguardia por el cordón de policías fuertemente armados. Tuvimos que regresar corriendo, golpeados y avergonzados a nuestra Alma Mater. Contraria a la ida respetuosa, en la forzada retirada, la nueva consigna parecía ser acaben con todo lo que huela a "gringo". Sonaron los primeros disparos. Utilizaron los perdigones de mayor calibre, pero según ellos eran para cazar patos. No sólo disparaban los policías gringos. También lo hicieron civiles zonians, quienes con odio y armados de antemano, actuaron con premeditación y alevosía. Nos perseguían como corretean los perros al zorro. Al cruzar la Avenida 4 de julio, hoy Avenida de los Mártires, nos atrincheramos en el Instituto Nacional, reagrupándonos para salir de inmediato a quemar cualquier carro con placa zonian y tumbar la humillante cerca de ciclón que dividía nuestra nación. Sube victorioso a lo más alto de la cerca con la bandera panameña un combatiente estudiante institutor. Allí la sociedad civil de la época se confundió en un sólo brazo de coraje, valentía y patriotismo con la muchachada del 64 que escribió con sangre una de las más brillantes páginas de la lucha por convertirnos en nación soberana e independiente.
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