EL DESEO DE UNA NIñA "En Navidad quiero que mi hermanito hable"
Aet Elisa Tejera C.
Crítica en Línea
"Sólo quiero en Navidad que mi hermanito pueda hablar", sostuvo en medio de lágrimas Marlene, de 11 años, quien reside en Altos de la Esperanza en las faldas del Tinajitas y su inocencia la hace elevar al cielo una súplica que por encima de lo material, es un deseo inquebrantable que de hacerse realidad la convertirá en las más dichosas de las pequeñas de su edad. No sabe de muñecas y nació con parálisis en el lado derecho de su cuerpo, sin embargo, trabaja con su mamá en la venta de lotería. Cuando sea grande quiero ser abogada para ayudar a mi madre y al resto de la familia, recalca Marlene, mientras fugazmente se le ilumina el rostro y expresa quiero comprarle un regalo a mis hermanos y a mi mamá. Desde pequeña ha sabido enfrentar con valentía los desaciertos de la vida, ya que un papá al que no llegó a conocer, la abandonó en la barriga de su progenitora. La entrevista fue el marco para que Marlene enviara un mensaje a otros niños que como ella, no gozarán de una Navidad plagada de la magia de la tecnología de los juguetes. Estas fiestas son para estar con sus padres y quererlos mucho y a los gobernantes les pido que ayuden a los niños agregó. Mientras esta niña es sacudida por las consecuencias de la pobreza, Martín un adulto de esta comunidad, coincide en que la situación es más difícil de lo que parece. No hay plata, la situación está muy dura y como un 90% de Nueva Esperanza está desempleado, subraya y de inmediato medita hace poco quedé desempleado, pero trataré que mis hijos tengan por lo menos un juguete, no serán los más grandes, pero tendrán algo para jugar. HABLAN LOS EXPERTOS Estremecedoras estadísticas acerca de la realidad de los niños no hacen más que confirmar el futuro incierto al que deberán hacerle frente. Niños explotados y abusados que limpian parabrisas y zapatos, venden rosas en la calle, lavan autos y otras tristes realidades que se mezclan, formando parte de los paisajes típicos de cualquiera ciudad por pequeña que sea. Según el sociólogo, Raúl Leis, los niños pobres son los más vulnerables a las situaciones difíciles porque no tienen la capacidad de un adulto. Un niño no entra en la categoría de ciudadanía porque no tiene la edad, formalmente hablando. Ellos dependen de otros y es por eso que el entorno social que le construyan los demás, en especial la familia, se pueden convertir en su fortaleza o su debilidad, explicó. Señala que esto es así porque un niño tiene un ambiente social positivo y verá en su familia un escudo, aunque sea pobre, pero en muchas ocasiones es el mismo seno familiar que se convierte en la principal causa de violencia. Añadió que la mayoría de los abusos y golpes no provienen de la gente de la calle, sino del propio hogar, lo que se conoce como violencia intrafamiliar. NIÑOS Y NIÑAS SON DIFERENTES No es igual ser niño que niña, afirma Leis. Las niñas por el carácter de subordinación de la mujer se ubican en una escala de mayor debilidad en la sociedad. Tampoco es lo mismo ser un niño de la ciudad que uno del campo en el campo se pasa de niño a adulto sin la etapa intermedia. En las estructuras urbanas existe una faceta intermedia que puede llevar una relación con la juventud. Asegura que la Navidad se asocia con la diversión, el juego, reunirse con la familia, pero la situación de pobreza que viven muchos menores los obliga a trabajar y luego a responder a las necesidades de su familia. Leis, como otros expertos, opina que la celebración del nacimiento del Niño Dios se ha comercializado. Se mide la felicidad por el número de juguetes, regalos y el valor de los mismos. Los menores de escasos recursos reciben un regalo más sencillo, si es que lo tienen. Esto nos lleva a preguntarnos ¿Qué es lo que se está celebrando? Si la Navidad es el nacimiento de
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