Una reunión familiar que se desarrollaba en una residencia en Cabuya de Tocumen fue terminada abrupta y trágicamente por ráfagas de subametralladora.
Cuando todo terminó, las paredes estaban repletas de hoyos causados por el impacto de las balas, los asistentes traumatizados, y un joven de 25 años, de nombre Ángel Alejandro Araúz Villarreal, yacía herido de muerte.