Cuando llegué esa mañana al viejo café de Santa Ana había un alboroto en la mesa bochinchosa. Algunos manoteaban disgustados, mientras que otros se reían.Mi curiosidad periodística hizo averiguar el lío. Resulta que el famoso Cholito Mesero había dado algunos regalitos que no gustaron a ciertos parroquianos.
Fuí directo a "la fuente" como le enseñan a uno en la Escuela de Periodismo, para averiguar qué había sucedido.
En un rincón con cara triste estaba el más bellaco de los meseros panameños. Casi llorando me dijo que "los panameños no son agradecidos".
Me explicó que con mucho entusiasmo y sus buenos reales, había dado unos regalos de Navidad a los bochinchosos, pero eso causó disgustos en más de uno. Le pedí detalles de lo ocurrido.
"Mire, señor periodista, pensé que al representante del gobierno PRD le gustaría algo que le recordara su pasado militarista. Por eso le compré unos soldaditos de plomo de segunda a mano, en la baja de Salsipuedes".
Me mordí la lengua para no reírme.
Al desempleado se me ocurrió darle una jubilación "chueca" del Seguro Social, porque como no trabajó, nunca podría conseguir una legal, explicó el Cholito.
Alegó que le costó mucho escoger el regalo del Comunista, Ñangara trasnochado. Primero pensó en un viaje a Venezuela y una cita con Chávez, pero costaba mucho. Así que le dio una Biblia.
Volteé la cara para no soltar la carcajada.
Dijo el Cholito Mesero que regalarle al político fue fácil.
"Le conseguí una cita con un psiquiatra... en una clínica privada, para que no tuviera ningún problema con los médicos que fueron a la huelga. Así podrán aceptar que la oposición debe ir unida en las próximas elecciones", agregó el mesero santanero.
Puse cara "de piedra" y siguió el Cholito explicando sus regalos navideños.
A los arnulfistas les dí una colección de juguetes de los "Cuatro Fantásticos". Ellos se creen la "mamá de tarzán" y piensan que tienen el mejor candidato para dirigir la oposición", explicó el santanero.
El comerciante recibió una caja llena de "duro-dólares". El universitario una máscara de Bin Laden, para que tiren piedras sin que los reconozcan. Al civilista le dio una brújula para que encuentre su camino, y al funcionario público un manual de cortesía y caribeño.
"¿Y a mí, Cholito, qué me vas a regalar? "pregunté curioso. Torció la boca y dijo murmurando..." A Ud. nada, porque después me va a criticar como hacen muchos periodistas..."
