Aunque las fiestas de Navidad y Fin de Año traen alegría para la mayoría de las personas, hay otras que son invadidas por la tristeza. Quizás la soledad pega más duro en estas fechas. Aunque se puede estar solo durante todo un año, para la Noche Buena y la llegada del Año Nuevo, las fuerzas flaquean y nos invade la melancolía.
Es algo natural. Somos humanos. No estamos hecho de una armadura ni tenemos un corazón de hierro.
La tristeza nos puede invadir por la ausencia de un ser querido que se nos adelantó en el viaje al más allá o tal vez por problemas sentimentales o deterioro de la salud. Son diversos los factores, porque cada cabeza es un mundo.
También existe personas que pueden estar rodeadas de una multitud y aún se sienten solas. No han encontrado lo que algunos llaman su alma gemela. Sonríen, pero por dentro están vacías. Su mirada los delata, porque los ojos son el espejo del alma.
Para esos momentos difíciles hay que tener fortaleza. Quizás hasta llores en tu soledad y es probable que eso sea lo mejor, para descargar un poco de ese dolor que a veces sentimos que nos agobia y nos corta la respiración.Todos recordamos esos momentos de la niñez, cuando compartíamos con papá y mamá la cena navideña. A lo mejor entonces no apreciábamos ese encuentro, pero hoy en la distancia cuanto nos hacen falta, sobre todo si ellos no están con nosotros.
La vida es un rompecabezas. Hay buenos y malos momentos. Siempre debes tener la esperanza que después de la tormenta viene la calma. No hay porque desesperarse. Quizás hoy te acuestas preocupado y mañana toda brilla a tu alrededor.
Piensa que el mundo no se acaba para ti. Afuera hay alguien que te aprecia y quiere compartir un rato de alegría contigo, para hacerte olvidar esos momentos difíciles de hoy.