Si bien es cierto que el cambio climático es un fenómeno global, cada país y todos los seres que habitamos este planeta, tenemos una responsabilidad de evitar que sigamos rumbo a una catástrofe, paradójicamente, anunciada con suficiente anticipación.
En lo que a Panamá se refiere, el modelo de desarrollo económico seguido desde mediados del siglo pasado, produjo la deforestación de grandes extensiones de la capa boscosa, hasta entonces virgen y pobladas de una biodiversidad admirable.
Empujada por la pobreza, la mayor parte de la población del istmo se desplazó a las ciudades y comenzó a vivir de espaldas a la naturaleza, poseída de una mentalidad urbana engañosa que le hizo creer que los recursos naturales son inagotables.
El país comenzó tarde la aplicación de planes de protección ambiental, y peor aún, se enfoco en estrategias basadas en la acción gubernamental sin apoyarse en la población. Para comprender un poco el proceso destructivo de los bosques y su vinculación a las economías rurales, recomiendo la lectura del libro titulado, "Cuando se acaban los montes", del investigador Stanley Heckadon Moreno, del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, donde se relata el proceso de colonización de la región de Tonosí, en la península de Azuero.
En alusión a la ferocidad con la que el ser humano ha atacado a su propio medio ambiente, Heckadon dijo una vez que en el siglo XX el hombre mostró ser el peor depredador de sus semejantes y del planeta, y como ejemplo mencionó las guerras mundiales, un sinfín de conflictos locales y los daños causados a su entorno natural.
De unos año acá, los aguaceros torrenciales que caen sobre nuestra geografía, producen el desbordamiento de los ríos debido a la tala indiscriminada en las partes altas, que una vez descubiertas de vegetación sufrieron los efectos de la erosión arrastrando miles de toneladas de tierra y piedra, las que van a parar al fondo de los cauces ribereños.
Tenemos que tomar con seriedad este asunto, o de lo contrario, en el futuro estaríamos navegando en aguas más profundas y peligrosas.