Los padres que aman a sus hijos creen en ellos. Los papás que no crean en las infinitas posibilidades de bien que se encierran en el corazón de sus hijos no los aman. Esos padres no pueden amar, porque no tienen suficiente fe y valor para amarlos. Cuando los hijos no se sienten amados, se sienten desgraciados y entonces vuelven su mirada hacia la calle, buscando afuera al amigo, a alguien que los quiera y crea en ellos. Sólo crecerán auténticamente integrados si crecen siendo verdaderamente amados.
Por otra parte, el niño necesita autoridad tanto como amor. La firmeza de sus papás es tan indispensable para su sentimiento de seguridad como el amor. El niño quiere y necesita la autoridad. Esta le asegura y le estimula. Si es tan grande el número de muchachos nerviosos se debe a que no han gozado del sostén de una autoridad auténtica, que les exija responsabilidad de sus actos, cumplimiento del deber y dar lo más que pueden de sí mismos.
Los niños necesitan una autoridad que sea justa, que alabe y estimule, pero que también corrija a tiempo. Necesitan una autoridad que se preocupe por ellos y les ayude, con sinceridad, a superar obstáculos y corregir defectos. Los niños y los muchachos necesitan saber que existe alguien, papá y mamá, cuya palabra es palabra que se da y se cumple. Los padres deben ser justos y buenos, pero también exigentes. Es importante que cumplan siempre lo que dicen. La autoridad de los padres no debe ser, por cierto, negada por el otro cónyuge, sino que se debe compartir entre los dos. Los dos deben ponerse de acuerdo para corregir o castigar. Recuerde que los niños necesitan de una autoridad genuina y auténtica, tanto como mucho amor.
En los países más desarrollados se ha descubierto el tremendo fracaso de los planes de crianza científica en centros especializados donde envían a los niños desde muy pequeñitos para recibir una educación, digamos, muy especial y sofisticada. Muchos de ellos crecen con una profunda frustración interna. Resulta que la falta de afecto, de un encuentro con una persona a la que el niño pueda amar y reconocer como algo muy íntimo y sentirse amado por esa persona provoca dramas tremendos en su ser. |