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Hace dos mil años, Jesucristo advertía a sus discípulos de que vendrían tiempos duros y que aparecerían "falsos profetas" que prometerían hasta el Paraíso, engañando a las multitudes. Con justo atino, el mesías cristiano adujo una cruel realidad que la humanidad vive actualmente: Países dominados por políticos autoritarios, adornados con el manto populista, los cuales argumentan ser "Legítimos representantes de las masas", que en vez de ayudar a los pueblos, sólo se empecinan en oprimir a la población con su sistema imperial, la dictadura.
Ya lo decía Eduardo Galeano, que nuestra América Latina está experimentando cambios según los designios de las grandes potencias extranjeras que colonizaron por la fuerza de las armas a la región. Pero, de esta presión de más de 500 años, nace ahora un nuevo estilo de gobierno, a modo de alternativa socialista renovada para "supuestamente beneficiar a las masas". Yo le llamaría "Neoizquierdismo".
Ante la presencia del neoliberalismo y los gobiernos de corte derechista, que alaban la privatización de empresas estatales de los servicios públicos, que venden el alma a las instituciones financieras internacionales y siguen la línea de Washington, además de los magnates de Wall Street, en Nueva York, el "rebrote" de fuerzas socialistas marca un nuevo giro en la política regional latinoamericana. Pero hay serias dudas ante esta nueva opción ideológica.
Venezuela, sumergida en el debate de que si es legítimo el gobierno de Hugo Chávez, es un ejemplo que debemos estudiar con detenimiento. En Caracas, en estos momentos hay una lucha de clases, protestas entre la clase media y adinerada, contra un líder militar que "dice ser representante de los campesinos y de los pobres". Chávez es un jefe autoritario, pero ha mantenido el sistema democrático, a su conveniencia con la Constitución bolivariana. Este choque de ideas hace temer que el país se vaya a una guerra civil, que dejaría pequeña a la que ocurre hoy en Colombia.
Veo el reflejo venezolano en nuestra clase política criolla istmeña, la cual se empecina en "evitar el fenómeno chavista" en Panamá. Las reformas electorales, que eliminan la obligatoriedad de los comicios primarios en los Partidos Políticos tradicionales, dan una contundente evidencia de que los grupos en el poder y las fuerzas económicas fuertes no desean cambios bruscos en el sistema.
Empero, los partidos tradicionales, al cerrar las opciones de nuevos liderazgos, están permitiendo que otros grupos de presión se activen más cada día. Tal es el caso de los obreros, los clubes cívicos, los partidos independientes, los frentes estudiantiles y entidades independientes. Es bueno esto, pero me queda una duda: Si la gente se cansa de los políticos tradicionales, �Tal vez es posible que nazca un Chávez panameño, o un Lula da Silva chorrillero, que sea la alternativa política en los gobiernos del futuro?
Por supuesto, ese Chávez y Lula panameños no son Martín Torrijos o Alberto Vallarino. Será el tiempo el que nos haga comprobar si los ciudadanos están dispuestos a cambiar la ecuación de siempre: Que el PRD y el Arnulfismo dominen el Estado a su antojo. |
