Palestinos armados mataron ayer a 10 israelíes en una emboscada a un autobús en Cisjordania y dos atacantes suicidas atacaron un asentamiento judío en la Franja de Gaza, desatando una ola de ataques aéreos israelíes en represalia. Los atentados palestinos, en los que murieron también tres atacantes, siguieron a un ataque israelí con helicópteros que dejó cuatro militantes palestinos muertos en la Franja de Gaza.
El drástico recrudecimiento del derramamiento de sangre amenazó con descarrilar los esfuerzos del enviado estadounidense Anthony Zinni para poner fin a 15 meses de violencia que ha cobrado cientos de muertos.
Estados Unidos criticó la falta de acción del presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, ante las acciones de sus hombres. El portavoz del Departamento de Estado, Richard Boucher, dijo que sólo la "inmediata, seria y sostenida" acción de Arafat contra los militantes palestinos podría poner fin a estas acciones. Por cuarta vez en menos de dos semanas de imágenes de cuerpos ensangrentados en medio de hierros retorcidos.
Arafat tomó la medida sin precedentes de ordenar el cierre de todas las oficinas e instituciones de Hamas y Yihad Islámica, los grupos que estuvieron detrás de decenas de ataques suicidas dentro de Israel. Sin embargo, Israel dijo que responsabilizaba a Arafat "por no imponerse a esos terroristas" y respondió rápidamente a los atentados con ataques aéreos contra una instalación de seguridad palestina en la Franja de Gaza y otro en la ciudad cisjordana de Naplusa.
La gente corría presa del pánico por las calles de la ciudad de Gaza. Al menos 10 personas resultaron heridas por esquirlas, dijeron fuentes médicas. La Autoridad Palestina negó la acusación israelí de que Arafat había sido cómplice de los militantes y condenó duramente los ataques. |