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Jorge Cortez  |
Había una vez... un planeta de lanzadores. Un extraño cuerpo celeste ubicado a billones de kilómetros de distancia... donde la civilización disfruta del “Quidditch”, un juego de lanzar pelotas de plomo a cientos de millas de velocidad.
Un juego para seres especiales de una fuerza sobrenatural en sus brazos y hombros. Antes de hacer erupción... en aquel planeta de hombres sensatos y habilidosos, un científico envió en una cápsula solar a un pequeño descendiente de una familia de lanzadores de ese popular juego. Allí venía Jorge Cortez... un inquieto niño que fue a parar junto con su nave espacial a un poblado llamado Arraiján, justamente en la Barriada Tatcher...a un costado de la Policlínica de la Caja de Seguro Social.
Desde pequeño mostraba su fuerza inusual... pero no todos le tomaron interés. Vino la pelota interna y una ligera actuación con el equipo de Arraiján... ese que llaman “Come Monos”. Vino su presencia en la juvenil con una firma para los Reales de Kansas City y un año después la retirada de las lides profesionales. Cortez maduró un poco y se fue a los Indios del Bóer en Nicaragua, más tarde se une a los Vaqueros de Panamá Oeste, pero sin éxito. Llega a Metro donde aprende lo malo y lo bueno de la pelota y se hace un gran lanzador. Su casta se probó con la selección y en el torneo Probeis. Vino más camino con la “Tropa Heron” y sus triunfos en México, ganando contrato con los Diablos Rojos. Más tarde se hace de un ascenso con los Filis de Filadelfia en AAA y llega a Cuba donde no tiene la mejor de las suertes. Tras la Copa Intercontinental se va a San Salvador donde juega con Panamá en el Centroamericano y convence a su manager de que en verdad viene de un planeta raro y extraño de brazos de goma.
El viernes 29 de noviembre, Jorge Cortez trabajó nueve entradas e hizo más de 100 lanzamientos ante Venezuela. No fue nada fácil... encaró a 36 rivales, permitió 7 hits, boleó a 1 y ponchó a 8 en una batalla épica con los venezolanos.
Pasaron sólo tres días de descanso y se pone su capa roja para enfrentar a Puerto Rico en otro gran partido. Cortez pasaba por encima de otros lanzadores panameños como una aplanadora por una decisión del cuerpo técnico. No complacidos con el tema el “Hombre de Hierro” trabaja 10 entradas, otra vez rebasa los 100 lanzamientos y pierde por cansancio en la décima de la suerte para los boricuas.
La pregunta de todos... ¿Debió Carlos Heron sacar de la lomita a Cortez antes de la décima o dejarlo morir a manos de la madera puertorriqueña? La respuesta: Cortez estaba para siete entradas como máximo. El esfuerzo que hizo fue de un “Súper Héroe”. No es relajo. Nueve entradas y tres días de descanso para subir al morrillo y trabajar 10 más... como que no es para un ser normal. Otras interrogantes... ¿Quién habló con Cortez en la décima entrada?¿Quién le preguntó cómo se sentía? Respuesta: Cortez es un guerrero, de su boca jamás saldrá una frase de cobardía. Como un varón morirá en la lomita y llorará de vergüenza deportiva si cae abatido. La comunicación es importante a esa altura. Sólo en la mente de Cortez, de Heron, Aníbal Reluz y mucha gente más quedará el nombre de ese bateador emergente... Luis Rosario Huertas, el hombre que sonó ese jonrón que dejó a Panamá tendida en el terreno de juegos... ese batazo que aniquiló a la “Tropa Heron”.
Contra Puerto Rico Cortez enfrentó a 35, toleró 5 imparables, 2 jonrones, boleó a 2 y ponchó a 8. Le anotaron cuatro carreras, las cuatro limpias y se fue con la derrota.
En cuatro días y cinco noches, Cortez enfrentó a 71 oponentes, más de 230 lanzamientos, ponchó a 16, boleó a 3, permitió 12 imparables, 2 jonrones, seis carreras, todas limpias y ratificó su calidad de abridor número uno de la selección de Panamá.
Jorge “Pini” Cortez se levanta como el mejor de los lanzadores panameños de la actualidad. ¡Suerte en su aventura AAA del 2003 con los Filis de Filadelfia!
¡Viva el béisbol! |