Creo que ya es hora que las personas que disponen de información privilegiada sobre las tendencias e inminentes cambios en nuestra área de trabajo empiecen a compartir lo que saben.
Ya es hora que los profesionales, artistas, educadores y estudiantes, tomemos carta en el asunto y demostremos a los tecnócratas de la educación que la enseñanza artística y el arte-educación, además de ser imprescindibles en la formación de los ciudadanos, no pueden ser regateados como opcionales.
Porque esto es lo que emerge de un análisis de los programas de "Expresiones Artísticas" del MEDUC y de las noticias extra-oficiales que tenemos de que las asignaturas de arte pasarán a ser opcionales, incluyendo a educación física (¿Hasta cuándo la maraña de absurdos?).
Es muy difícil de creer que estas estrategias sean producto del acaso, más fácil sería suponerlas como resultado de la ignorancia, apoyadas por la omisión e impulsadas por quienes no tienen ningún reparo en sacarnos del seno de la sociedad moderna y remitirnos a un futuro impredecible como perdedores en el concierto de las naciones.
Por supuesto que nos preocupa la disminución impuesta del mercado laboral cuando la realidad apunta a un creciente aumento de las necesidades sociales, pero lo que nos preocupa, sobremanera, es la retirada de las herramientas que desarrollan la mente, el espíritu creador, la percepción estética, las habilidades psicomotrices, el discernimiento de los objetos culturales, la sensibilidad humanista, entre otras cosas, de un nivel que ya ameritaba un salt cualitativo para mejor, hacia un plan de retroceso coyuntural.
Las perspectivas pintan como dramáticas. Desarticulados como gremio, fragmentados por un mercado laboral desorganizado, debilitados por la acción de centenares de sanguijuelas que se han clasificado como "similares" y víctimas de unos "vivos" representantes que a nadie representan más que a ellos mismos y su parentela, quedamos expuestos a la ridiculización pública y sin poder para promover los cambios para mejor que todos necesitamos.
Los objetos culturales -con los artísticos dentro de ellos- son valores económicos transcendentales, generadores de riqueza y de desarrollo, íconos de representación nacional pasibles de fungir como elementos de intercambio de patrimonios cognitivos, estéticos y espirituales.
Ese material no puede continuar bajo la discreción de personas que, aunque cercanas a los círculos de poder, ignoran por completo su valor, idiosincrasia, necesidades, importancia y poder transformador.
Ya es hora que nos auto convoquemos para analizar y discutir estos y muchos otros problemas que nos aquejan como gremio artístico, profesores y estudiantes de arte. Y lo más curioso de todo es que no lo debemos hacer porque tenemos muchas necesidades insatisfechas, sino porque si permitimos que las cosas sigan en el rumbo actual, tengamos por seguro que dejaremos de ser homo sapiens para degradarnos como homo bárbaros.