Un empleado de una compañía se quejaba ante sus compañeros que el sueldo no le alcanzaba. Quería 100 baboas más, pero nunca se preguntó por qué Olegario, un señor del barrio no pasaba de 75 balboas al mes para comer el y sus hijos.
Los panameños nos quejamos de todo sin darnos cuenta lo mucho que tenemos.
Es una actitud típica de la sociedad de consumo en que vivimos; en la que nos bombardean con la idea de que no somos nadie si no tenemos un televisor Plasma o LCD, si no chateamos en un Blackberry y si no socializamos en la discoteca de moda. En televisión ahora las novelas nos "glamorizan" a los narcos y los delincuentes para los cuales el fin justifica los medios, igualmente a las mujeres que se venden para obtener dinero, poder y ajustes físicos mediante el bisturí.
Todo eso es falsedad. Lo importante no son los indicadores de status, sino estar sano, con familia y con posibilidades de mejorar como persona.
Un muchacho llamado Pepe dijo que ayer cuando iba en autobús, vio una hermosa muchacha con cabellos de oro y expresión de alegría; envidió su hermosura. Al bajarse, la notó cojear...tenía una sola pierna, y apoyada en su muleta sonreía.
PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo. ¡Tengo dos piernas y el mundo es mío!
Dice que fue a comprar después unos dulces. En ese lugar lo atendió un muchacho encantador, habló con él; parecía tan contento que aunque se me hubiera hecho tarde no me habría importado. Ya al salir, escuchó que le decía:
"Gracias por charlar conmigo....es usted tan amable. Es un placer hablar con gente como usted...ya ve, soy ciego".
PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo. ¡Yo puedo ver, y el mundo es mío!
Más tarde, cuando iba caminando por la calle, vio un pequeño de ojos azules que miraba jugar a otros niños, sin saber que hacer. Se le acercó y le dijo ¿por qué no juegas con ellos? Siguió mirando hacia adelante sin decir una palabra, entonces comprendió que no oía.
PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo, Yo puedo oír, y el mundo es mío! Los ciudadanos ya seamos buenos o maos tenemos dos piernas para ir a donde querramos.... Ojos para ver los colores del atardecer.... Oídos para escuchar las cosas que me dicen....
PERDÓNANOS SEÑOR, cuando nos quejamos. ¡Lo tenemos todo y el mundo es nuestro!