CUARTILLAS
Estafitas
 
Milciades A. Ortiz Jr.
Colaborador
El hombre joven, con ligero acento centroamericano, bien vestido, se presentó una mañana de octubre de este año, a un pequeño negocio particular, atendido por su dueña, una dama de edad madura. Sacó una nota bastante manoseada y hasta algo sucia, que dijo era del Ministerio de Salud de Panamá. La carta, sin mayores sellos, señalaba que fulano de tal estaba autorizado para fumigar a nombre de la Corporación Royal Chemical, de Estados Unidos. Con una conversación sumamente persuasiva y seguro de sí mismo, revisó el local comercial e hizo ciertos cálculos. Dijo que había que gastar "cuatro tanques de "virus-sida", pues se fumigaría incluso el césped, para evitar los mosquitos que causan el dengue hemorrágico, etc. Y pidió cuarenta balboas (diez por cada tanque), con depósito, señalando que al día siguiente llegaría ese material y el fumigador. Redactó una factura por el "depósito" y... la dama le dio los cuarenta balboas, confiada, al hábil estafador. Por supuesto que no llegó ningún tanque de insecticida; cuando llamó al teléfono celular que dejó el sujeto, resultó que era de un caballero de Santiago de Veraguas, quien no tiene nada que ver con la estafa. La dama estafada se sintió molesta y enfadada consigo misma. (¿Cómo puedes soltar cuarenta balboas, así no más?, le dijeron varios amigos con los cuales conversó el asunto). Hizo llamadas a Estados Unidos y enteró a la empresa Royal Chemical que usaban su nombre en Panamá para una estafa. En la policía panameña le dijeron que ya eran varias las quejas y denuncias de esta estafa, pero no tenían mayores indicios del malandrín. Otra estafa que está muy de moda, ocurre al vender un auto. Tenga mucho cuidado: no firme el documento de "traspaso" municipal y lo entregue al comprador, quien jurará por todos los santos que hará las diligencias para inscribir a su nombre el auto que compró. A algunos incautos le ha pasado que luego de uno o dos años, le cae la justicia civil con un secuestro o embargo, porque el auto que compró nunca fue traspasado legalmente (por no pagar el impuesto). Entonces, cualquier responsabilidad que exista por un atropello o accidente, y que sea producto de una demanda, la tendrá que pagar el poco precavido dueño anterior del vehículo. Esto es así, porque legalmente el auto está nombre de esa persona y le pertenece, aunque realmente eso no sea cierto, porque ya lo vendió. Y también conozco casos de bellacos vendedores de terrenos y casas, que generalmente operan con personas de la tercera edad. Los engatusan para comprarles un terrenito de una herencia: le dan uno o doscientos balboas de adelanto, lo llevan a la oficina donde se hacen las diligencias y lo hacen firmar el documento ¡...antes de darle la plata! (cuidado con los cheques sin fondos). Después se van sin ningún remordimiento de la estafa, pues ya le firmaron los papeles de la venta, aunque no haya pagado todo el dinero. Al darse cuenta de la estafa, en la oficina le dicen que ellos hacen los trámites legales de la venta, pero "no tienen nada que ver con la entrega del dinero". Esto también se extiende en la venta de algunos autos usados que traen del exterior, que luego no tienen piezas, porque son modelos poco corrientes en Panamá. Y hasta con autos nuevos se da a veces la situación, porque se sostiene que un auto nuevo no necesita piezas de repuestos por varios años, y no las tiene ni la agencia que le vendió el vehículo. Ni hablar de las "letras menudas" de los contratos de compras de muebles y electrodomésticos, con cláusulas que realmente son una estafa. Con razón se dice que "cada segundo nacen diez tontos, y sólo un vivo (bellaco) que se aprovechará de todos ellos.
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